El agua no colabora en Argentina. Casi un tercio del terreno fértil de la provincia de Buenos Aires está afectada por las lluvias en un arranque del otoño que condensó -en días-el volumen de agua estimado para tres meses. Las plantaciones de trigo, además de campos bovinos y lecheros del país han sido las que más pérdidas están dando por esta situación. El estado de alerta crece y aunque la situación es reversible, hasta ahora, el escenario puede empeorar si la lluvia no da tregua.
Abril es el mes que da el inicio del otoño austral, y coincide con el inicio de la cosecha de soja, uno de los grandes productos de exportación para el Estado argentino. Según la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja), este año se sembraron 20,2 millones de hectáreas.
Para Esteban Copati, quien se desempeña como jefe de estimaciones agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, confesó que “el problema es que las lluvias y las inundaciones se producen en pleno levantamiento de la cosecha”.
“Si la lluvia se detiene habrá zonas de relieves bajos que tendrán agua acumulada durante mucho tiempo y eso sumará pérdidas, pero otras zonas más elevadas se van a recuperar rápidamente. Hay zonas que registran lluvias desde hace meses, entonces las napas están mucho más altas y les cuesta drenar el agua. Hay además muchos ríos desbordados”. Agrega Copati.
El pronóstico del tiempo para esta Semana Santa es de buen tiempo en las zonas que se han visto perjudicadas por las inundaciones. Se esperan cuatro días de sol que -en teoría- bastarán para reiniciar la cosecha, pero es vital que deje de llover por, al menos, dos semanas para que los productores puedan dormir sin preocupaciones de este tipo.