El terremoto que azotó la ciudad de Caracas en 1766 es uno de los más recordados por los cronistas. A juicio de Rafael Sarría, ello responde no sólo a los estragos que éste ocasionó, sino también a las anécdotas que se tejieron en torno a este evento natural.

Una de ellas tiene que ver con un personaje que muchos conocían como El Loco Saturnino, quien vaticinó este desastre muchos días antes de que se produjera.

Saturnino, recitaba por las calles un estribillo en el cual daba cuenta de que el terremoto impactaría la ciudad por la falta de fe del pueblo caraqueño.

Qué triste está la ciudad
Perdida ya de su fe,
Pero destruida será
El día de San Bernabé.

De manera que el 20 de octubre del referido año, se echó a cuestas una pesada piedra y subió a la colina del Calvario buscando un refugio donde resguardarse.

“La ciudad va a bailar como un trompo”, eran las palabras que pronunciaba a las personas que se conseguía a su paso; muchas de las cuales optaron por ignorar su profecía.

No obstante, sus predicciones se cumplieron a las cuatro y veinte minutos de la mañana del 21 de octubre cuando un sismo sacudió Caracas y la región oriental de Venezuela. «Misericordia Señor»- decían las personas que corrían despavoridas de un lado a otro.

Saturnino, por su parte, pasó la noche sano y salvo al pie de un árbol y al regresar fue abordado por muchos curiosos que se acercaban para interrogarlo sobre la profecía que había anunciado días atrás. -¿No se lo dije yo, que algo grande iba a suceder?, enfatizaba.