La marca finlandesa que impuso una tendencia en el mundo de la telefonía móvil hacia la década de los noventa, desea volver a competir en el terreno de los teléfonos inteligentes, convirtiéndose en la responsable de diseñar los terminales y vendiendo las licencias a terceros. Nokia vendió su negocio de telefonía móvil a Microsoft en el 2014, luego de años de intentos infructuosos.

La transacción, que le ha acarreado a Microsoft pérdidas que ascienden a unos 7.600 millones de dólares y que ha traído como consecuencia el desempleo de 7.800 personas, se llevó a cabo el año pasado por una cifra que sobrepasó los cinco millones de euros, concediéndole a la empresa de Redmond los derechos de la marca en el área de telefonía móvil hasta finales del año que viene.

Finalizado ese plazo, a Nokia le encantaría contar con un buen aliado que sea capaz de impulsar con eficacia sus nuevos teléfonos inteligentes, algo que podría ocurrir a finales del 2016 y que pondría a la marca finlandesa de nuevo sobre la palestra, luego de un episodio en el que la llamativa gama Lumia no consiguió calar en el mercado.

Nokia ha perdido mucho terreno en el área de las telecomunicaciones y en la actualidad marcas como Apple y Samsung puntean en el mercado, guardando distancias con respecto a la innovadora compañía finlandesa que cambió el mundo de los teléfonos portátiles para siempre. Algunos ven en esta jugada el punto final de Nokia.