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Una tragedia convertida en idea biodegradable

A sus 27 años, en un viaje al Sudeste Asiático, descubrió una isla cubierta por plástico, lo que para muchos es una mala noticia, fue la mejor eureka que le pudo llegar, para poner en marcha su propia empresa de fundas para teléfonos, muebles y mobiliarios, recogiendo las toneladas de plástico y desperdicio que encontró allí.

Gravity Wave y Amaia Rodríguez, de Pamplona, nació afortunadamente de una familia de emprendedores donde siempre se fomentó que hay que hacer lo que más te gusta. Se educó para ir detrás sus sueños, y eso fue lo que hizo.

Estudió Administración y Dirección de Empresas Internacional en Madrid y terminó sus estudios en Hangzhou, China. En medio de aquella estadía, dio un viaje por el Sudeste Asiático que le cambió la vida.

Este viaje le enseñó una realidad que existe, debido a la contaminación por plástico que no había visto nunca, encontró islas donde no habitaba nadie y aun así estaban llenas de residuos, desde entonces, agosto de 2016, sintió la necesidad de dedicar su vida a dar una solución a este problema.

Al volver a España, llegó a casa y comenzó a tratar de concientizar a su entorno, incluyendo a su hermano menor Julen, el que ahora se convirtió en cofundador de Gravity Wave y su socio.

Julen un joven de espíritu emprendedor de nacimiento, vio la oportunidad en la opción de unirse a una ONG griega, ENALEIA, la cual estaba recogiendo plástico del mar con pescadores, para luego utilizar todos los residuos para hacer fundas de teléfono.

La idea comenzó a tomar forma a finales del 2019, donde empezó la búsqueda de socios para poder convertir su plan en realidad. Necesitaban pescadores que ayudarán a reciclar el plástico, por otra parte, una fábrica que les hiciera las fundas, y por si fuera poco algún inversor para proseguir con el proceso.

No fue fácil, los inicios nunca son sencillos, pero las ganas de hacer un sueño realidad, siempre son el mejor impulso. Contactaron con los pescadores a través de ENALEIA, a partir de ahí, fueron creciendo, incorporando nuevos a los que pagaban por cada kilo de plástico que recogían.

Desde junio de 2021 tienen su propio sistema de pescadores en España. Han llegado a ellos a través de las cofradías y firmando acuerdos con los puertos. Ya cuentan con más de 4.000 en todo el Mediterráneo, y cada mes se suman más puertos a esta labor.

María es la responsable de gestionar todo el residuo en el Mediterráneo y mandarlo a la planta de reciclaje, colocaron contenedores en cada puerto y, cuando están llenos, un camión recolector pasa a recoger el residuo y lo traslada a la planta.

Además, quieren demostrar que se puede emprender desde cualquier sitio, de la manera que se desee. Asistieron a muchísimas reuniones, y lo cierto es que la respuesta fue muy positiva, ya que descubrieron un interés importante por limpiar plástico y crear un impacto positivo en el planeta.

Lo fundamental en su trabajo es ofrecer precisamente eso: limpiar plástico del mar, dándoles así la posibilidad de unirse al movimiento Plastic Free Oceans y de demostrar a los clientes que están comprometidos con los océanos y con la sustentabilidad.

Inclusive ofrecieron llevar a cabo un proyecto sostenible diferente, donde las personas que formarán parte de las empresas que hicieran el financiamiento conectaran con el mar y con el propósito de The Gravity Wave.

Algunas de las empresas que apoyan esta iniciativa son Nestlé, Viña Esmeralda, Imagin, Mini, Afflelou, BIT2ME.

Buscando algún uso para las redes de pesca de plástico, estuvieron investigando qué hacer y consiguieron las planchas que ahora usan para hacer mobiliario. Resulta que la cantidad de plástico que necesitaban y podían utilizar para cada funda de teléfono era aproximadamente de 30 gramos, y contaban con toneladas de este material.

En el caso de los muebles utilizaban entre 30 kg y 60 kg de redes, el objetivo era encontrar productos que les permitieran usar la mayor cantidad de redes de pesca como fuese posible. Su trabajo es recolectar todo tipo de residuos, pero el reciclaje de redes es porque nadie más está dispuesto a gestionarlo, reciclarlo y revalorizarlo.

El resto de residuos que encuentran, como los envases, por ejemplo, son enviados a otros agentes que se encargan de su reciclaje y reintroducción.

De este modo, los muebles que fabrican solo llevan redes de pesca, y desean ser referentes en el reciclaje y transformación de estas, que además suponen el residuo más abundante que se encuentra.