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Cuidado: las bestias ya no duermen

Los partidos jugados hace unos días sirvieron para develar los hombres con los que cuentan las selecciones de todo el planeta. Y con ellos, también las propuestas colectivas para conocer qué se traen unos y otros. Vimos países con fútbol recuperado, estéticamente agradable a la vista, y observamos también a equipos sin oriente, sin porvenir, estancados en una manera de jugar monótona y casi artesanal.

Pero vimos, y hay que estar alertas, resurgir gigantes que parecían dormidos en sus pasados relucientes y que ahora, vistos en sus juegos, andan por ahí, como los depredadores en la jungla, centinelas vigilantes y al acecho. No se trata de desconocidos; por el contrario, en su trayecto mundialista han sembrado surcos de grandeza, de ser imbatibles cuando anda de vena…

Despiertos del sueño profundo, desperezándose en sus cuevas y alistándose para el asalto, andan Alemania y Brasil. Lejos de lo que fueron en los últimos mundiales, humillados por adversarios que en otro tiempo tenían que apartarse a su paso de vencedores, ahora se han visto imponentes, desandando los caminos dejados atrás. Los alemanes, con todo aquel orgullo de su raza, arrasaron a Francia en el propio Stade de Saint-Denis.

Jugando a la potencia que les ha sido siempre característica, desconcertando al rival con maniobras envolventes dirigidos por Toni KroOs, el jefe, Alemania sobró a los franceses. Algo parecido, aunque con un poco más de afán, resultó el lance ante Países Bajos: Luego de estar en desventaja regresaron con sus modales hasta conseguir el objetivo. Han renacido, como renacen los hechos para triunfar, y luego del oscurantismo de varios años, aquí están ellos de nuevo….

Y mientras Alemania daba sus advertencias, Brasil, con Paquetá como presidente de su fútbol, vencía a Inglaterra en Londres y empataba, en un partido encendido y loco, a España en el estadio Santiago Bernabéu. Y no es solo por sus logros en los marcadores de cada juego; lo importante para el fútbol es que Brasil ha vuelto a ser Brasil.

Con aquel juego que ha maravillado, especialmente ante los ingleses, con aquel lujo convertido en fantasía y pura alquimia, los “garotos” trajeron a la memoria colectiva y por ráfagas a aquellas selecciones de jugadores que no eran de este mundo. Alemania y Brasil acaban de hacer sonar los clarines de advertencia. Aún no se han sacudido del todo los vestigios deplorables de los tiempos recientes, pero si comienzan a soltar las amarras del sueño. Cuidado: la bestia ya no duermen.

Nos vemos por ahí.

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