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Alma irreverente y ganadora – Líder en deportes

Richard Páez Monzón (31-12-1953) cumple 70 años este domingo y la vigencia de sus ideas de juego se mantienen tan vigentes como en los tiempos de mayor gloria en el banquillo de Estudiantes de Mérida, Millonarios de Colo, Mineros de Guayana o la selección nacional de fútbol, a la que proveyó de una identidad de juego atrevida, irreverente, propositiva que enamoró al país con estilo combinativo, y victorias que cambiaron para siempre la historia derrotista de la Vinotinto.

Alejado del banquillo de consumado estratega desde que se desvinculó de Mineros en 2020, el también médico traumatólogo celebra su “juventud acumulada”, como se refiere entre bromas y veras a sus siete décadas de vida plena, arropado por su familia, a la espera de recibir la residencia en EE.UU, donde se mantiene activo, analizando en la red social X con su estilo puntilloso lo que ocurre en el fútbol mundial y en la Vinotinto. 

‑Para las nuevas generaciones que desconocen tu exitosa carrera: ¿Qué le ha aportado Richard Páez al fútbol venezolano a lo largo de estas siete décadas?

-Richard Páez le ha aportado coherencia actitudinal a su pensamiento, irreverencia competitiva y personalidad ganadora con el ejemplo, cuando fui jugador en los equipos profesionales y con la selección nacional juvenil y absoluta, y luego como DT, en especial, cuando fui seleccionador juvenil y de la categoría absoluta de Venezuela, donde le sembramos un mensaje contracultural al estilo de juego de nuestra selección, haciendo jugar a nuestros jugadores como protagonistas de equipo grande. Así, dejamos el legado eterno de la Vinotinto para representarnos a los venezolanos y venezolanas, en cada partido de fútbol internacional.

Zurda privilegiada

Su monumental gesta como entrenador en Estudiantes, al que metió en cuartos de final de la Copa Libertadores de 1999 dando cátedra de toque y futbol asociado, y luego en la selección nacional, ha hecho olvidar su paso como jugador por los equipos de nuestro país. En un tiempo como la década del setenta, donde los futbolistas venezolanos tenían escasa oportunidad de figurar, relegados como estaban a una eterna suplencia en plantillas repletas de jugadores foráneos, Richard Páez fue uno de los mejores 10 de su época. Era dueño de una zurda magistral para distribuir balones y hacer jugar a sus compañeros en Estudiantes de Mérida (donde debutó con 17 años) Portuguesa, Unión Atlético Táchira y Universidad de Los Andes. En este último equipo tiene el curioso registro de haber ejercido en un mismo partido de técnico, médico y jugador.

– ¿Por qué el fútbol ha sido una pasión de vida para ti?

-El futbol en mi vida ha sido la pasión que guio mi trayecto y bitácora personal y profesional, donde pude saciar mi espíritu a través de la competencia vivida y que nos enseñó a resistir los momentos de derrotas y a disfrutar las victorias con la misma humildad y aprendizaje, para forjar con satisfacción estos años de madurez y experticia La medicina fue mi vocación y el fútbol ha sido mi pasión. Al final la pasión superó a la vocación.

Transferencia récord

Desde sus días estudiantil en Mérida, Páez abrazó al fútbol mientras también se formaba como médico en la Universidad de Los Andes. En 1978 su transferencia desde Estudiantes al poderoso Portuguesa por 200 mil bolívares fue una cifra récord en la época. Tras culminar su postgrado en traumatología en Buenos Aires, se unió a la ULA, donde en la temporada 81-82 puso fin a su carera como jugador para dedicarse exclusivamente a la dirección técnica.

– ¿A qué se dedica hoy Richard Páez y por qué no ha vuelto a dirigir?

-Desde finales del 2020 me vine a Estados Unidos por la pandemia mundial del covid-19 por razones de seguridad sanitaria junto con la familia y nos quedamos para compartir la vida familiar con Ricardo David y su familia, que antes no habíamos disfrutado en forma continua. Cuando tenga mi residencia en Estados Unidos, volveré a reactivar mis últimos años como DT de equipos en Suramérica.

Cambió la historia

En 2001 asumió la conducción de la Vinotinto absoluta y durante seis años cambió la historia de la selección. Los cuatro triunfos consecutivos en la eliminatoria al Mundial de Corea y Japón ante Uruguay (2-0), Chile (0-2), Perú (3-0) y Paraguay (3-1), se mantiene como una hazaña irrepetible, al igual que el baile 0-3 ante Uruguay en el llamado “Centenariazo” del 31 de marzo de 2004, con los goles de Gabriel Urdaneta, Héctor “Turbo” González y Juan Arango. En ese partido la Vinotinto llevó a su máxima expresión las ideas de juego de toque, triangulaciones, llegadas de los volantes y los laterales para darle dinámica y profundidad al juego de la selección que Richard Páez inculcó a los jugadores con la personalidad ganadora y convencimiento táctico. 

– ¿Por qué crees que los nuevos DT del país no mantuvieron o profundizaron tus propuestas de juego disruptivas?

-La mayoría de los DT nacionales o internacionales admiran y aprecian el fútbol asociativo y combinativo de equipos internacionales europeos o suramericanos de primer nivel. La vigencia en Venezuela de ese estilo o identidad de juego depende de la calidad y capacidad profesional de cada DT y de su transferencia pedagógica a sus jugadores, para que hagan realidad en la cancha un modelo que haga competitivo y ganador no solo a nivel nacional sino a nivel internacional. Cada entrenador en Venezuela tiene la posibilidad de jugar con ese modelo disruptivo.

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