Análisis: tensión inflacionaria y cambiaria de Argentina crece a seis meses de comicios presidenciales
La tensión que genera el cóctel inflacionario y cambiario que sobrelleva Argentina va en aumento cuando restan seis meses para la celebración de los comicios presidenciales y sin que ni el Gobierno ni los sectores de oposición política den claras señales sobre cómo piensan resolver los profundos desequilibrios macroeconómicos del país suramericano.
La semana que concluye este sábado estuvo marcada por el renovado nerviosismo en el mercado cambiario, donde las cotizaciones paralelas del dólar estadounidense escalaron 10,5% en la plaza informal y 12,5% en la bursátil, cerrando el viernes en precios récord que casi duplican el valor de la divisa en los restringidos mercados oficiales para acceder a dólares.
El nuevo salto se dio tras conocerse el dato oficial de la inflación de marzo, con una aceleración al 7,7% mensual y al 104,3% interanual, alimentando las presiones de devaluación sobre el peso argentino y empeorando las perspectivas para la economía argentina.
También se conocieron malos números en materia de déficit fiscal y comercial y un ingreso de divisas por exportaciones del agro muy por debajo de lo esperado, por el impacto de la severa sequía que padece Argentina.
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Ruido político
Pero los factores políticos también echaron leña al fuego de la incertidumbre de los inversores, cuya tendencia a demandar dólares para cobertura es habitual en los años electorales en Argentina, pero que en esta semana se exacerbó por una serie de rumores y comentarios que acrecentaron el ruido político.
Esos rumores auguraban una inminente y fuerte devaluación del tipo de cambio oficial y hasta una eventual renuncia del ministro de Economía, Sergio Massa, quien salió a desmentir esas versiones que circularon en el ámbito inversor.
Según señaló la consultora Ecolatina en un informe, «en la semana la incertidumbre económico-política se acrecentó», con un «nivel de desconfianza» que limita la capacidad de la política monetaria «para moderar una dinámica inflacionaria que presenta una elevada inercia».
En paralelo, los principales candidatos opositores con vistas a las presidenciales de octubre desfilaron en encuentros empresariales exponiendo qué piensan hacer en materia económica si llegan a la Casa Rosada.
Pero sus exposiciones dejaron más dudas que certezas: desde la dolarización radical que proponen los libertarios hasta la unificación cambiaria que prometen los aspirantes de centro y de derecha, ninguno termina de esclarecer cómo, en qué plazos y con qué efectos deseados -y no deseados colaterales- llevará a cabo sus planes para resolver los profundos desequilibrios fiscales, monetarios y cambiarios del país.
Deterioro de expectativas
Del lado del Gobierno, sin capacidad para responder a la demanda de dólares ante las escasas reservas del Banco Central, la reacción a las renovadas tensiones cambiarias fue la de sumar restricciones al acceso a dólares, ajustando el «cepo» sobre los pagos de servicios e intereses al exterior, y subir las tasas de interés para los depósitos bancarios en pesos a plazo fijo.
Y en lo político, en medio de las turbulencias financieras, el martes pasado renunció Antonio Aracre, jefe de asesores del presidente argentino, Alberto Fernández, y quien, según medios de prensa locales, impulsaba un plan de devaluación al que se oponía Massa, mientras que este viernes el jefe de Estado anunció que desistía de su idea de competir por la reelección en los comicios de este año, un proceso electoral que claramente estará marcado por el derrotero económico.
En este marco, las expectativas económicas tienden a deteriorarse.
Según los últimos pronósticos de los economistas privados que mensualmente consulta el Banco Central para su informe de expectativas, la inflación crecerá este año 110% y el PIB se contraerá 2,7%.
«El dólar libre por ahora sube a la par de la inflación. Aún creemos que estamos lejos de una clásica hiperinflación, pero si no se toman medidas correctivas se corre el riesgo de coquetear con ese escenario», advirtió la consultora LCG en un informe.
EFE