La esquina El Cují se convirtió en fuente de inspiración de Rafael Sarría, quien en uno de sus artículos reseñados en el portal www.historiasdecaracas.com, relató la historia de un zapatero supersticioso que veía señales de cosas que podían suceder.
“Veía señales en el movimiento de las estrellas, las ramas de los árboles y hasta en el aullido de los perros”. Además, tenía visiones sobre un tesoro enterrado cerca de unas matas de cují, por lo que decidió acudir a un monje del Monasterio de San Jacinto para pedirle su ayuda.
Él estaba seguro de que el padre podía revelarle detalles del sitio exacto del tesoro. Sin embargo, no contaba con que el padre Caraballo lejos de ayudarlo, le jugaría una broma.
“Ve al sótano de la iglesia a la medianoche”, le habría dicho Caraballo al zapatero, quien en vez de conseguir el tesoro, se encontró con un espíritu que por poco “lo mata del susto”.