San Lázaro en la capital, así titula Rafael Sarría otra de sus historias dedicadas a Caracas. La publicación hace referencia a un hospital que se construyó a finales del siglo XVIII por orden del Gobierno (cuando Caracas todavía era una ciudad al mando de los españoles).
Dicho recinto recibió el nombre de Hospital de San Lázaro y se mantuvo en pie gracias a las donaciones realizadas por las familias acaudaladas de la época, los juegos de gallo y de la venta de guarapo, una bebida que, según explicó Sarría, se hacía con miel de caña dulce.
Sin embargo, a pesar de ser éste un centro de atención, no prestaba atención a los enfermos que recibía, pues funcionaba más bien como un lugar de reclusión para todas aquellas personas contagiadas con enfermedades infecciosas como lepra o tuberculosis.
Sarría recuerda además que conforme aumentó la cantidad de enfermos en el hospital, fue ordenada la construcción de otro sitio en las afueras de la ciudad, el cual llevó el nombre de La Casa del Real Amparo. Dicho refugio funcionó en aquel lugar por 29 años, hasta que el terremoto de 1812 lo devastó, acabando con buena parte de los enfermos allí concentrados.