Con frecuencia hemos oído hablar de coincidencias en las canchas de fútbol. De dos jugadores que, cada uno a su manera, han sembrado su arte en los campos y desatado delirios en los graderíos. En los tiempos recientes han sido Cristiano Ronaldo y Lionel Messi los agraciados, y por causa de su juventud, la nueva generación ha sostenido que nunca como ahora se había dado esta doble faz.
Pero, si revisamos el fútbol de siempre, el de toda la vida, nos daremos cuenta que esto ha sucedido muchas veces, y pare decirlo mejor, casi en todas las épocas. Hoy son el portugués y el argentino los que se afanan en ser recordados; ayer fueron otros que, como ellos, fueron vistos como semidioses del balón, el engaño y el truco.
No se puede culpar a periodistas y aficionados este afecto por su cercanía en el tiempo con Cristiano y Messi; siempre ha pasado que defendemos a los que coincidieron con nuestra juventud, con aquellos años de ensueños y promesas de un mundo mejor. Ahora se les da a los astros mayor caudal publicitario en los medios, pero también habrá que decir que, aquellos del pasado y seguramente por las limitaciones de la comunicación, estaban revestidos del misterio y las leyendas tejidas a su alrededor. Se contaban cosas de ellos más cercanas a la fábula que a la verdad, y era un disfrute oír con atención a aquellos que los habían visto jugar.
El más cercano antecedente a Cristiano y Messi ha sido Diego Armando Maradona, quien debió rivalizar alternadamente en procura del reino futbolístico, con Zico y Ruud Gullit. Ya antes había pasado, cuando en medio de acaloradas y remotas discusiones de los dos bandos en disputa se defendía a Alfredo Di Stéfano y Pelé. Estas diferencias, que dividían a europeos y latinoamericanos, se mantuvieron vivas durante años. Tantas otras aparecieron, pero viviendo a la sombra de la “”Saeta Rubia” y “O Rei”, como fue la de Luis Suárez (el español) y Garrincha.
Así ha sido desde que el mundo es mundo y desde que los griegos encontraron la relación sociedad-deporte al echar a andar el carruaje de los Juegos Olímpicos. La especie humana siempre se ha procurado ídolos, aquellos seres superiores capaces de alcanzar lo soñado y hacer posible lo impensado; y si no los consiguen, lo inventan y le dan una aureola mítica que los hace, como arrogantes gladiadores romanos, invencibles en el campo de batalla.
Así pues, que la alegre creencia de que la conjunción Ronaldo-Messi ha sido única en el devenir del fútbol, se cae con estos argumentos.
No se trata de poner a unos por encima de otros, sino de alzarlos hasta el altar de los inmortales-mortales. Desde siempre las ha habido, y ya comienza a gestarse, en el fuego veloz de la hoguera quemante, la especie Viinicius- Kylian Mbappé. Y la vida y el fútbol siguen, como en aquella canción del gran Serrat, “del fondo del pozo hasta el brocal”.
¿Cuándo un venezolano?
Las vueltas del fútbol, andando sin detenerse en su carrusel giratorio, de cierta manera ha tocado a Venezuela. Los jugadores del país están aquí y allá, en algunas ligas de importancia, mas sin que alguno de ellos haya llegado a la cima universal. La gente ha esperado a su “mesías”, ahora que estamos en año nuevo, pero sin que esos deseos hayan sido suficientes.
En un momento y por lo cerca que estuvieron pareció ser Juan Arango, luego Salomón Rondón, y ahora Jefferson Savarino, pero siempre ha faltado ese último salto directo a la grandeza.
No obstante, y así como la selección Vinotinto se ha asomado a la elite, hay la certeza de que el algún momento surja un crack venezolano que haga sonar su nacionalidad y que en todos los rincones del planeta se hable de él.
¿Dónde estará, en cuál posición jugará, en qué estado del país habrá nacido?
La entrada Semidioses, de dos en dos se publicó primero en Líder en deportes.