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La historia como farsa en el Futve

En el fútbol nacional la historia de los equipos deficitarios con directivas que al tomar el timón ofrecen villas y castillos, y al llegar las horas bajas de los resultados adversos se desentienden de sus responsabilidades económicas se ha repetido “primero como tragedia y luego como farsa”, para decirlo en palabras del filósofo y economista germano, Karl Marx.

La lista de equipos desaparecidos de primera y segunda división por los problemas de su directiva para cancelar puntualmente la nómina y los demás gastos que supone gerenciar un equipo profesional es interminable. Portuguesa, un histórico del fútbol nacional, cinco veces campeón del país y el único en avanzar a unas semifinales de la Copa Libertadores, bajo el antiguo formato del torneo, atraviesa por ese drama inacabable de los impagos.

El Penta fue el equipo que más afición metió en la temporada 2023, cuando culminó en el tercer lugar del torneo y después de 40 años de ausencia clasificó de nuevo a la Copa Libertadores, donde en la década de los setenta fue la principal referencia del fútbol nacional en Suramérica. Pero después de esa campaña admirable que parecía anunciar el regreso de los rojinegros a sus tiempos de gloria, el equipo ha entrado en barrena y los jugadores han expuesto públicamente sus dificultades económicas, las cuales se traducen en tres meses de deuda salarial en sus contratos y el impago de los premios correspondientes por clasificar a la Copa Libertadores de 2024.

Nadie puede acusar a esta plantilla de falta de compromiso. Dejaron el alma, bajo la conducción de Jesús Ortiz, para pelear por el título contra el Deportivo Táchira, Caracas y Academia Puerto Cabello, y solo quedaron a una victoria de disputar la gran final del campeonato.

El problema económico de los equipos es endémico y cada año la enfermedad de las deudas se transmite de una a otra institución. ¿Qué hacer para combatir este virus tan pernicioso para la salud del fútbol profesional venezolano? Lo primero que hay que entender es que el fútbol no es solo una pasión de millones, sino una de las mayores industrias deportivas del planeta que como cualquier otra actividad económica que intente consolidarse en nuestro país, requiere de incentivos, apoyo y leyes que regulen la actividad.

Desde 2011 la actual Ley Orgánica del Deporte, en su novena disposición transitoria señala que en un “lapso que no excederá de dos años contados a partir de la publicación de la presente Ley, deberá dictarse la Ley del Deporte Profesional”. Han pasado 13 años y esta disposición sigue sin cumplirse. A través de esta Ley se podría establecer mecanismos de patrocinio, reducción de impuestos, incentivos para los que inviertan en el fútbol y diversas formas de propiedad de los equipos para que los aficionados se conviertan en socios y contribuyan a la salud financiera.

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