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Los vaivenes de Rómulo Otero

No sabemos si la llegada de Rómulo Otero al Nacional de Montevideo es en su carrera un ascenso en las canchas del mundo, un estancamiento o una vuelta atrás. Y lo decimos así, del mundo, porque el mediocampista, de pequeño tamaño y pegada revienta redes, ha pisado los campos de Chile, Brasil, Arabia Saudita, México, Ecuador y ahora Uruguay, para convertirse en un trotamundos de un deporte en el que los jugadores son de toda partes y a la vez de ninguna.

Otero llega al equipo al que fueron afectos grandes escritores como Mario Benedetti y Eduardo Galeano, y que cuenta con hermosas páginas escritas en su devenir por el fútbol suramericano y mundial. Campeón tres veces de la Copa Libertadores y otras tantas de la llamada Copa Intercontinental, que en su momento equivalía a ser monarca del mundo, ha sido, junto a Peñarol, un bastión del orgullo futbolístico de la República Oriental…

Otero llega al Nacional proveniente del Santos, otro club de bagaje que luego de horas bajas en la segunda división acaba de conseguir su ascenso. Y decíamos que la llegada del venezolano a Montevideo podría tener tres visiones. Decir Nacional en el fútbol de América del Sur es hablar con reverencia, con respeto por todo lo que ha sido en el continente. Pero el pasado no es el presente, y hoy el equipo de camiseta blanca con vivos azules y rojos, fundado en 1899, es visto, dentro de los buenos, como uno más; hoy marcha segundo en el campeonato uruguayo.

Para que estos sea así han contribuidos varios factores, especialmente la diáspora de jugadores que han ido a Europa en procura de nuevos y promisorios destinos. Rubén Sosa, Santiago Ostolaza, Sebastián “Loco” Abreu, Víctor Espárrago, Waldemar Victorino, Walter Gómez, Álvaro Recoba, han sido jugadores que han dejado marcas indelebles en aquel fútbol. Ahí llega Otero, a toda esa historia, a bregar en un club empecinado en regresar a sus días más luminosos…

Y lo hace en tiempos duros para el fútbol del Uruguay. Se sabe de jugadores que han ido y regresado de allá con las cuentas bancarias vacías, porque son pocos los equipos que pagan y pagan al día. Por fortuna para Rómulo Otero, Nacional se cuenta entre los pocos que dan valor al futbolista como ser humano merecedor. Así pues, que a sus treinta y dos años de edad, el jugador, nacido en El Tigre, estado Anzoátegui, inicia la marcha en un fútbol para él desconocido, pero que mucho le debe haber visto en su juego para llevarlo a la capital de la nación de pequeño territorio, pero grande en aportes en diversos campos de la existencia.

Nos vemos por ahí.

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