Por el gran rendimiento que ha alcanzado desde que Eduardo Saragó asumió la conducción y le devolvió jerarquía en juego y resultados, el Táchira es el máximo candidato a conquistar el Torneo Clausura. No hay un equipo más consistente que el Carrusel Aurinegro. Lo ha venido demostrando desde la temporada pasada, cuando impuso récord de partidos consecutivos sin derrotas (34), conquistó su novena estrella en la final ante su némesis del Caracas y lo repitió este semestre al dominar la fase eliminatoria del Clausura con otra línea inmaculada de 13 partidos sin reveses, que incluyeron seis triunfos y apenas un empate ante los avileños en el templo sagrado de Pueblo Nuevo.
Pero los números solo son datos estadísticos que no explican a cabalidad la transformación que ha vivido Táchira bajo el mando de Saragó. En primer lugar el técnico caraqueño recuperó la identidad de juego del Aurinegro. El control del juego a partir de la posesión del balón volvió a ser la prioridad. El Táchira de Saragó somete a los rivales con la superioridad que estable en la mitad del campo, a través de la precisión de metrónomo del mejor mediocentro del fútbol nacional: Maurice Cova.
El de Santa Ana del Táchira marca los tiempos, determina la velocidad a la que se juega y sus toques determinan la movilidad sincronizada en el ataque. No importa quienes sean los socios para armar las jugadas o definirlas, Cova se adapta a la perfección al sistema juego acordeónico implementado por Saragó.
La temporada pasada, Cova encontró en el argentino Gonzalo Ritacco el compañero ideal para articular el trabajo de amasar el balón, temporizar, distribuir y cambiar el ritmo del partido en procura del objetivo de lastimar al rival. En el Clausura, Saragó dotó al equipo de nuevos argumentos en la mitad del campo: Daniel Saggiomo y Carlos Sosa, con los que el DT logró armar un tridente de jugones que van minando al rival con su dominio del esférico. A este Táchira, solo se le pudiera objetar que no ha tenido en el ataque un rematador eficaz que traduzca la superioridad en goles.
Sorprende que ninguno de los delanteros del equipo fronterizo figure entre los máximos artilleros del Torneo Clausura, pues sus dos máximos referentes en el ataque, el argentino Andrés Ríos (1) y el experimentado Anthony Uribe (2) apenas han firmado tres goles entre ambos. Sin embargo, Saragó solventó esa deficiencia con un ataque coral en el que laterales como Roberto Rosales, Jefre Vargas o Nelson Hernández terminan jugado como extremos por dentro o por fuera para sumarse a la ofensiva que lidera Cova y también aportar goles.
Si ha todo ello agregamos que Táchira exhibió la defensa más sólida del semestre, con apenas cinco goles recibido y solo dos de ellos en Pueblo Nuevo, sobran razones para que en San Cristóbal sueñen con la undécima estrella.