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Ramiro Francisco Helmeyer Quevedo: Tokio es… ¡La ciudad más segura del mundo!

Tokio, ciudad capital de Japón, es el centro de la política, economía, educación, comunicación y cultura popular del país. Tiene, además, la mayor concentración de instituciones tanto financieras como de todas las áreas de la vida de la próspera nación asiática. Su población es superior a los 13 millones de habitantes y es, por derecho propio, la mayor aglomeración urbana del mundo.

Tomando todo lo anterior en cuenta, cabe preguntarse: ¿Ofrece Tokio alguna garantía en materia de seguridad? ¡Todas las imaginables! Ramiro Francisco Helmeyer Quevedo así lo asegura en una reciente nota publicada en su portal oficial, indicando que la ciudad que albergará los Juegos Olímpicos en 2020 es considerada la más segura del planeta.

¿La razón de esta afirmación? Porque, a pesar de toda la aglomeración urbana y lo que representa como ciudad, Tokio ha entendido que la seguridad debe ser primordial. Si se ve una foto aérea del lugar no lo parece, pero la capital nipona destaca por encima de todas las ciudades del mundo en 49 indicadores de una investigación corrida por The Economist Intelligence Unit.

Ramiro Helmeyer nos habla que Tokio es líder en indicadores como seguridad digital, seguridad sanitaria, seguridad de la infraestructura y seguridad personal. Esto le dio a la ciudad el derecho a ser el gran asentamiento urbano en esta materia en 2017. Eso, y el irrefutable compromiso de sus pobladores.

La sociedad japonesa es una extremadamente respetuosa de los derechos del ciudadano y de la comunidad. Eso se ve reflejado en el bajo porcentaje de crímenes y robos, o delitos de estafas y delitos cibernéticos. ¿Y cuál es el secreto tras todo esto? La imposición de leyes estrictas relativas a la violencia, a la venta y obtención de armas de fuego, además contar con la pena capital en caso de homicidio.

Eso y, explica Helmeyer, el derecho a la rehabilitación en función de la reinserción, la promoción de una mentalidad colectiva que desarrolla una cultura en la cual el delincuente siente vergüenza de decepcionar a la comunidad y se decida por el bien común.