A pesar de que muchos conocen su nombre, no todos saben a ciencia cierta qué es y de qué va la seguridad bancaria. Se trata, sin complicar mucho el concepto, de todos los controles que se utilizan para resguardar a las organizaciones financieras y de las regulaciones que establecen para ellas los estados y los bancos centrales.

Según reciente publicación de Ramiro Helmeyer, experto en seguridad y blindaje, este tipo de seguridad guarda particular relación con el transporte de caudales y la movilización del dinero en general. Sin embargo, la seguridad bancaria no se limita al movimiento del dinero en físico sino también a la prevención de fraudes, riesgo operacional, seguridad de la información, seguridad electrónica, entre otros peligros.

Las organizaciones de este tipo suelen poseer medidas de seguridad mínimas que se actualizan constantemente, sobre todo aquellas relativas a las cajas de atención al público, a las referidas a la tecnología informática y a sistemas de información. Asimismo poseen medidas para el acceso a las instituciones, así como al peligro actual sobrevenido cada vez más frecuente de la utilización de los medios electrónicos.

En este último caso hablamos de un tipo de información tan o más valiosa como los propios bienes, el cual sufre constantes riesgos ya sea de clonación de tarjetas para cometer fraudes o los consumos realizados con la tarjeta duplicada. Estos peligros y amenazas afectan tanto al cliente como a la entidad bancaria, y es por eso que éstas tienen sistemas de control conocidos como redes neurales (vigilancia por medio de programas que graban el comportamiento del usuario para identificar si es o no sospechoso de crimen).

Más allá de lo que aportan las entidades mismas a lo que es la seguridad bancaria, Ramiro Helmeyer recuerda nunca está de más puntualizar que eso no es suficiente, y que es vital formar y concientizar a los clientes a través de campañas de capacitación, sensibilización e implicación.