El 15 de noviembre de 2010, Teodoro Petkoff publicó en la editorial del Diario Tal Cual una crítica con respecto al ascenso del General Henry Rangel al máximo grado militar en Venezuela: General en Jefe. En esta comparaba el ascenso con “los honores militares que recibió la Sra. Blanca Ibáñez o la Orden Piana que se le otorgó al general Gómez”.
Blanca Ibáñez de Lusinchi, quien se encuentra en Costa Rica, le contestó al día siguiente sin pestañar: “Usted miente (…) Entiendo que, en su caso, esta afirmación no es más que un recurso retórico mal empleado. Yo lo desafío a que responsablemente señale el sitio, la hora y el nombre de los oficiales que, según usted, me rindieron honores”.
Más allá del debate político que esto pueda suscitar hay que destacar la inmediatez de la respuesta, algo que hace diez o veinte años hubiera sido poco probable. Blanca Ibáñez envió su carta a varios medios de comunicación el mismo día que leyó el vituperio de Petkoff probablemente en el Tal Cual Digital. Esto desató un intenso debate en varios sitios web en contra y a favor de cada uno de los involucrados.
Y es que la política se involucra cada vez más con la web 2.0 para ganar seguidores a una propuesta. Hay que recordar la campaña del ahora presidente Barack Obama por Facebook y Youtube que le dio un impulso suficiente para llegar a la Casa Blanca y la reciente campaña de Dilma Rouseff, Presidenta Electa de Brasil, a través de Twitter.
Estas herramientas cada vez se hacen más frecuentes, a tal punto que es probable que algún día se dejen de ver debates televisivos donde las preguntas las hagan reporteros acreditados por alguna agencia, para ver discusiones a través de Internet donde los temas los elijan los usuarios al momento.
