El fútbol venezolano, en su mejor expresión, no ha podido entrar como actor de importancia en la sociedad. Sus campeonatos suelen ser fríos, desde el punto de vista de su acercamiento a la gente, y cuesta conseguir en alguna esquina una conversación sobre su campeonato, al menos en Caracas. Aun así, y esto podría resultar una paradoja, aporta jugadores para la selección Vinotinto, que está presta para enfrentar en partido decisivos a Argentina y Colombia. El equipo nacional lamenta profundamente las ausencias de José Martínez, Telasco Segovia y Yangel Herrera, puntales del medio campo, especialmente porque no habrá manera de suplantarlos, y es aquí cuando hay que preguntarse “dónde es que se empata el tubo”. Los muchachos de los equipos locales pueden tener voluntad y ansias por demostrar que pueden, pero una cosa es jugar en Venezuela y otra, a kilómetros de distancia, estar en el fútbol brasileño o español, Martínez y Herrera, o estar en el Inter Miami, Segovia, al lado de Lionel Messi…
En el fútbol, como en todos los deportes, hay niveles, escalones. Hay que subirlos para llegar a lo más alto, una condición a la que se puede llegar con talento y disposición. Por eso es que a la dirección técnica Vinotinto le resulta menos complicado que a otros entrenadores armar al equipo para la gran competencia; un grupo de jugadores, digamos que siete u ocho, son inamovibles. Los que aspiren a los otros tres o cuatro cupos tendrán que meter los dientes para lograrlo. Los partidos llegan, las horas de poner las barajas descubiertas sobre la mesa están aquí, y Argentina y Colombia actuarán como jurados de un juicio que podría resultar trascendental. Dice la gente, en lo más arriba de su fe y entusiasmo, “¡Vamos Vinotinto, carajo!”, proclama de guerra que tendrá sus ecos en Buenos Aires y Maturín…
Este periodista piensa y se pregunta: ¿qué dirán todos aquellos jugadores que vieron pasar sus carreras soñando con la utopía de ir a un Mundial? ¿Qué pasará por la memoria de Juan Arango, José Manuel Rey, Daniel “Caricari” Noriega, Gilberto Angelucci y tantos otros futbolistas que dejaron la vida por el país? Debe ser un concierto de añoranzas por lo no vivido, por lo no alcanzado, por lo que pudo haber sido y no fue. Ah, dicen que de ilusiones también se vive, pero los hombres del pasado reciente, estos que hemos nombrado, quizá no pienses lo mismo. Ellos, entre el orgullo de lo hecho y la frustración, viendo por televisión a sus compañeros de fútbol, ligan como cualquier venezolanos las victorias de la selección, aunque siempre, en el fondo de sus almas, cómo quisieran estar en sus lugares. La vida, a veces, es injusta. Nos vemos por ahí