Salomón Rondón sabía que la partida era dura. Que el adversario era rocoso, a veces implacable. Lo sabía, pero tenía que probarlo, que degustarlo, que probar a qué olía su fino perfume, y vaya si supo de las virtudes del adversario durante el rato en el que estuvo dentro de la cancha. El ariete venezolano nunca mostró temor ante la jerarquía del rival, fue a la guerra solo y con las armas puestas, pero no le alcanzó. Estaba consciente de su responsabilidad con el país y con él mismo, porque al final de cuentas del Oviedo no se puede esperar más. Salomón fue, sin compañeros a su lado, a bregar en el desierto, y en su inmensidad chocó con gigantes que desbordaron el juego del equipo asturiano. Pedirle un gol, solo uno en aquella marejada en contra, hubiera sido una recompensa a tanto sudor, a tanto esfuerzo. No pasó nada que no estuviera en el libreto del partido, porque todo se cumplió a cabalidad: ganó el que tenía que ganar, y sucumbir aquel que no tenía otra pretensión…
Hay que recordar que Rondón ya había batallado con zagueros de hierro en Inglaterra, y por eso no debe de haberle extrañado la fiereza de los madridistas; habrá que seguir, porque mal que bien, a Salomón le espera una larga temporada que podría ser fructífera para él. El Real Madrid es un maná de jugadores. Habría que ver cuáles son los clubes que pueden tener mirando el partido desde la soledad de la banca o desde la lejanía de la tribuna de los lesionados, a Vinicius, a Eder Militao, Jude Bellingham, Tren Alexander-Arnold, y no sigamos. En el equipo del Paseo La Castellana florece el talento, porque va al mercado de jugadores con la mira puesta en este o aquel sin el derroche que caracteriza a otros, como Barcelona o Manchester City. El fútbol es, aparte de deporte, negocio, y así hay que mirarlo. Ya no está revestido de aquel romanticismo de otra épocas; hoy, si no ganas te llevan por delante…
Franco Mastuantono no desentonó. En el mismo partido chocó con la defensa del Oviedo, y aunque no siempre tuvo un final feliz, el chico argentino tuvo arrestos para no quedar mal. Para un jugador normal, de jornada a jornada, su actuación podría pasar inadvertida, pero siendo como es, un joven de dieciocho años recién cumplidos, habrá que decir que fue uno de los destaques del juego. Mastuantono entró, de una vez, en “la fiesta de los adolescentes”, a la que también están invitados Lamile Yamal (Barcelona), Endrick (Real Madrid) y Estevao (Chelsea. estupendo Mundial 2026 nos espera con esta muchachada en las canchas de Estados Unidos, México y Canadá.
Nos vemos por ahí.