Hay historias que desde que comienzan a escribirse ya lucen prometedoras y ese fue sin duda el caso de Oswaldo Guillén, uno de los cuatros venezolanos que debutaron en Grandes Ligas en la campaña 1985 y el que más expectativas generó. Antes que él se estrenaron Gustavo Polidor y Urbano Lugo, después Andrés Galarraga, pero ninguno de ellos logró impactar de la forma en que lo hizo “Ozzie”. Y si, Galarraga tuvo una carrera mucho más larga, con mejores números, pero Guillén fue arrollador desde el día uno y por ello fue el mejor de aquel año.
Con 21 años ya había disputado más de 400 juegos en las menores con Padres, que entonces lo envió a los Medias Blancas, en aquel cambio que incluyó a Luis Salazar. Y Chicago no lo dudó nunca. El muchachito de Ocumare del Tuy disputó 150 juegos y se consolidó como el campocorto de esa novena, siendo titular en 131 ocasiones. Conectó 134 hits, incluidos 31 extrabases, remolcó 33 carreras y anotó 71, pero además facturó un promedio de .273. Apenas cometió 12 errores en 1202 innings y dos tercios, dejando un promedio de fildeo de .980.
Esa soberbia primera actuación en Grandes Ligas lo ayudó a convertirse en el Novato del Año, venciendo a Teddy Higuera y Ernie Riles. Y entonces inscribió su nombre al lado de Luis Aparicio (1956) como los únicos venezolanos que habían recibido tal honor. Uno que, hasta ahora, solo ha podido replicar Ronald Acuña Jr. en 2018. Desde ese momento, su primera experiencia en el llamado mejor beisbol del mundo, Ozzie se convirtió en el caballo de las mil batallas de los Medias Blancas. En 1988, su cuarta contienda, recibió el llamado al Juego de Estrellas, honor que repitió en 1990, cuando además ganó su único Guante de Oro, y en 1991.
En 1992, con 28 años, sufrió una lesión en la rodilla derecha tras un choque con Tim Raines. Aquello puso fin a su temporada luego de apenas 12 presentaciones y para muchos cambió su carrera porque afectó considerablemente su velocidad y, a la postre, su manera de atacar la pelota. Sin embargo, luego de eso, jugó otras cinco campañas con Chicago y en todas disputó al menos 100 compromisos, sumó 5352 innings y un tercio de labor, en los que realizó 1612 asistencias y facturó 333 double plays. Todo esto para dejar un porcentaje de fildeo de .973.
En 1998 firmó como agente libre con los Orioles de Baltimore, pero apenas disputó una docena de juegos. Cinco días después de ser dejado en libertad, se unió a los Bravos de Atlanta, equipo con el que intervino en 83 compromisos y repitió en la campaña 1999. “Ozzie” jugó por última vez en el 2000 con los Rays de Tampa Bay, completando así 16 contiendas. En su haber se contabilizan 1764 hits, 773 carreras anotadas y 619 impulsadas. Su promedio quedó en .264 y su porcentaje de fildeo en .974. Para el año siguiente ya había comenzado su carrera como técnico, pero eso lo dejamos para otra columna.