Todas las despedidas son difíciles, pero -sin lugar a dudas- hay algunas que son demasiado dolorosas y están siempre como en carne viva, a la espera de cualquier recuerdo para doler de nuevo con intensidad. Eso es lo que me produce pensar en Baudilio Díaz, el inolvidable receptor venezolano que marcó la historia de los Leones del Caracas, pero además dejó una huella en Grandes Ligas convirtiéndose en el venezolano número 27 que conseguía hacer su debut en aquellas latitudes, el séptimo que conseguiría mantenerse una década o más.
En Venezuela era conocido como “El Cambao”, pero en Grandes Ligas le llamaban Bo. Su andar por el mejor beisbol del mundo inicio en 1977 con 24 años, pero apenas jugó un par de juegos con Boston. No sería sino hasta el año siguiente, ya con el uniforme de los Indios de Cleveland, que podría mostrar todas habilidades como receptor, dejando claro que Venezuela no solo producía buenos infielders. Para entonces ya había jugado en la LVBP seis campañas con Leones y había marcado pauta con su guante, es más había recibido un No-hitter, el que lanzó Urbano Lugo padre el 06 de enero de 1973.
Y aunque no fue un jugador de todos los días con Cleveland, porque la titularidad era inicialmente de Gary Alexander y luego pasó a Ron Hassey, con esa camiseta Baudilio fue a su primer All Star Game en 1981, año en el que registró sus mejores promedios ofensivos, ligando para .313 con siete jonrones en 63 juegos. Aquella cosecha le abrió las puertas en Filadelfia donde sí recibió la oportunidad de ser titular. Y el ser un jugador de todos los días le permitió exhibir su poder, pues en ese primer año con Filis despachó 18 bambinazos y empujó 85 carreras.
En 1983, ya con 30 años, fue clave en esos Filis que llegaron a la Serie Mundial y cedieron en cinco juegos ante los Orioles de Baltimore. Entonces por segunda campaña consecutiva había jugado más de 100 juegos y despachó al menos 15 jonrones. Su tiempo de juego se redujo a medida que el boricua Ozzie Virgil ganó protagonismo, tanto así que en 1985 fue traspasado a los Rojos de Cincinnati, donde recuperaría el rol protagónico. En 1986, en su primera contienda completa con Cincinnati, disputó 134 compromisos y al año siguiente 140. Entonces recibió su segunda convocatoria al All Star Game.
Su última campaña en Grandes Ligas fue en 1989 para entonces sumar 13 y dejar una cosecha de 834 hits, incluidos 87 jonrones, 452 carreras impulsadas y 327 anotadas. Aunque las lesiones estuvieron muy presentes, él encontró la forma de mantenerse y destacar, tanto en EEUU como en Venezuela. Su vida terminó de forma abrupta el 23 de noviembre de 1990, con apenas 37 años, luego de sufrir un accidente doméstico que le causó politraumatismos en la cabeza y el tórax. Pese a esa abrupta y dolorosa despedida todavía hoy día es recordado por la afición venezolana y su historia vive en el Salón de la Fama del Beisbol Venezolano.