Por siempre se hablará del trabajo monticular de Maiker Pimentel para que Venezuela ganara el Campeonato Mundial de Softbol en Prince Albert, Canadá, pero dicha labor fue apoyada por batazos importantes de dos piezas que nunca dejaron de creer en el trofeo: Engelbert Herrera y José Dorantes.

En una visita ayer a Líder en Deportes, ambos toleteros compartieron su experiencia en la fase final del torneo que concluyó el pasado domingo, cuando nuestro país se ubicó en la cúspide de este deporte, por encima de potencias como Argentina, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda.

“La preparación fue agotadora, pero buena. Duramos casi tres meses en Carabobo, creo que fue la primera vez en la selección que entrenamos tanto. Hasta el Día del Padre lo pasamos allí concentrados y todo ese sacrificio lo transformamos en orgullo para Venezuela”, dijo Herrera (mejor bateador con .400 de average), quien disputó su tercera cita universal.

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Con un sólido mensaje, aprovechó para desmontar la falsa idea que muchos tienen sobre este deporte. “Ya todos sabe que el softbol venezolano es campeón del mundo y eso es lo que importa. Si antes veían este juego como una disciplina para gordos, la realidad es que superamos a países acostumbrados a ganar y el deporte no es tan sencillo como piensan”.

Dorantes vivió su primera intervención mundialista y no esconde que, conforme el equipo avanzaba de ronda, la hazaña se convertía en uno de sus sueños. “Fue una aventura bonita y exigente, pero fuimos como hermanos y eso nos ayudó a tener la química necesaria.

Ninguno permitió que alguien se derrumbara porque no fueron fáciles los partidos, hubo mucha intensidad, aunque supimos manejar bien cada situación”.

Para él, la derrota 11-9 ante Canadá les ayudó a coronarse. “No fuimos por números personales, sino que todos empujamos al mismo sitio”, precisó sobre el trabajo mental para reponerse y lograr el objetivo.