Es más que probable que la Vinotinto se quede con el séptimo lugar del repechaje y por la manera como está confeccionada la eliminatoria para obtener los dos últimos cupos al Mundial, también tenga la fortuna de toparse con un rival asiático sin tanto cartel y consiga el añorado e histórico boleto a una Copa del Mundo absoluta. Incluso sin sumar puntos ante Argentina y Colombia, Venezuela podría mantener el séptimo puesto con la ayuda de la selección cafetalera y Brasil que enfrentarán a Bolivia en esas dos fechas septembrinas en las que se decide todo.
Clasificar al Mundial, aunque sea por la puerta trasera de la repesca, sería una hazaña mayúscula para el fútbol venezolano en su conjunto, pero no hay que confundir la suma de puntos y el boleto a la cita de Estados Unidos, México y Canadá con el funcionamiento del equipo en el terreno.
El técnico argentino Fernando “Bocha” Batista ha contado en su proceso con la mejor generación de la historia del fútbol y con todo el respaldo económico y organizativo que nunca antes tuvo la selección nacional. Pero hasta ahora no ha podido sacar el máximo provecho a los efectivos que tiene a disposición.
El fútbol fluido que debería existir en la zona de creación con jugadores que tienen sensibilidad y buen pie para amigarse con la pelota como Yeferson Soteldo, Jefferson Savarino, Telasco Segovia, Juanpi Añor, Yangel Herrera o David Martínez, quien debutó como titular ante Uruguay, se ha visto a cuenta gotas en la eliminatoria. Como atenuantes el técnico siempre esgrime la excusa de los DT que prefieren reguardarse en su arco que ser proactivos: la posesión del balón no importa.
Lo que resulta absurdo, porque el equipo que tiene la pelota durante mayor tiempo siempre tendrá más posibilidades de anotar, como quedó claro nuevamente en la derrota ante Uruguay. Batista amenazó con un planteamiento distinto al incluir a David Martínez de entrada, pero todo se quedó en aguaje. El plan fue replegarse de manera intensa, ceder el balón a Uruguay y tirar algún pelotazo para que Salomón resolviera en el ataque. Con ese fútbol amarrete Venezuela seguramente llegará al Mundial, pero difícilmente dará un salto de calidad en su propuesta de juego.
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La eliminatoria más accesible de todas
Tras la derrota contra Uruguay, el Bocha Batista volvió a medir el rendimiento de la selección con parámetros convenientes. Es cierto que Venezuela sigue en la pelea por un cupo al Mundial, pero también habría que decir otra verdad que aunque incómoda no es menos cierta. Al técnico le ha tocado la eliminatoria más accesible de todas, por el simple hecho matemático de que esta vez de 10 equipos en carrera 7 tienen chance de avanzar al mundial. Ninguno de los entrenadores que lo precedió en el banquillo de la Vinotinto y lideraron procesos con resultados alentadores como Richard Páez y César Farías tuvo esa oportunidad de clasificar.
Pero, además, hay otro factor inocultable, mientras Batista cuenta con la mejor generación de futbolistas de la historia, la mayoría con trayectoria y experiencia internacional, otras selecciones como Perú y Chile no lograron renovar sus talentos, y Bolivia alzó vuelo gracias a jugar sus partidos en El Alto.
Añádase a todo ello que la selección brasileña de esta eliminatorias es una de las peores que se recuerde, y está a años luz de aquella generación de Kaká, Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho que debió enfrentar la Vinotinto de Richard Páez, por ejemplo. Así que Batista debe asumir la responsabilidad del juego cicatero de la Vinotinto en lugar de sacar pecho. Clasifique al equipo y hágalo jugar mejor, para que los números tengan un verdadero sustento.
El toque aurinegro de Maurice Cova contra el bombardeo ucevista en la final
Detener a Maurice Cova en la mitad del campo, impedir que el melenudo mediocentro maneje los tiempos a su antojo, tocando y distribuyendo con libertad para mover los hilos del juego del Deportivo Táchira, debe ser una de las prioridades de la UCV si quiere conquistar el título Apertura en el estadio Olímpico.
Cova es desde hace rato el futbolista más determinante de la Liga Futve. Su inteligencia para sacar al equipo, ralentizar o acelerar el ritmo del partido con un cambio de perfil para alargar la acción con el desborde de los laterales o simplemente desaparecerle el balón al rival en ese temible triángulo de Las Bermúdas que forma con Daniel Saggiomo y Carlos Sosa, han sido esenciales para que Táchira haya recuperado su poderío en el terreno.
Por ello, si la UCV quiere tener una hipótesis de triunfo en este choque decisivo debe aislar a Cova, obligarlo a recibir lejos del área y presionarlo para que le cueste moverse a sus anchas. El problema es que el cuadro tricolor se siente más a gusto cuando el equipo conrario tiene la pelota y le dejan espacios para practicar su fútbol directo y de pases largos para que Juan Camilo Zapato y Charlis Ortiz impogan su categoría en el área contraria.
El potente juego aéreo de la UCV y el oportunismo de Ortiz para aparecer en los momentos cruciales de los torneos, con ese amor propio y espíritu indoblegable que lo singularizan, también pueden ser el arma que desequilibre el enfrentamiento.
En cualquier caso, seguramente veremos en esta final dos propuestas muy reconocibles: la elegancia de Cova para controlar la pelota y asociarse para dominar por medio del toque efectivo; y del otro lado el bombardeo aéreo ucevista para quebrar la última aurinegra.