Los asesores de comunicación del presidente de la Federación Venezolana de Fútbol, Jorge Giménez, seguramente nunca leyeron al teórico canadiense de la comunicación, Marshall McLuhan, y probablemente jamás oyeron de su más celebrado libro “El medio es el mensaje”, de obligatoria lectura en las antiguas escuelas de Comunicación Social en el país, que tenían, como en el caso de la Universidad Central de Venezuela, a verdaderos maestros del periodismo como el querido profesor Eleazar Díaz Rangel.
Deberían saber que el contenido de los mensajes no son neutros y que el medio que se elija para comunicarlos tiene un efecto en quienes reciben la información. Es de entender, en consecuencias, que las recientes declaraciones del máximo dirigente de la FVF han tenido un efecto contrario al que se buscaba. Tras cuatro años al frente de la directiva de la principal entidad deportiva del país, Giménez quería exhibir los logros de su gestión y contraponerlos con las largas épocas de oscuridad y corrupción por el que atravesó la federación. Pero el presidente de la FVF no acierta del todo cuando afirma que en los medios no se hablaba de lo que ocurría en esos días, en los que Rafael Esquivel y luego su sucesor Jesús Berardinelli, manejaron a su antojo las arcas de la entidad. Claro que se expuso y sería bueno que releyera algunas de las columnas que se han publicado en este mismo espacio.
Otra cosa es que “comunicadores” muy afines a la nueva FVF, que ahora encomian a Giménez con el mismo entusiasmo que lo hacían con Esquivel, hayan mantenido en el pasado una actitud silenciosa, por decir lo menos. Por eso hay que saber elegir el medio para que el mensaje llegue, tenga impacto y credibilidad. De lo contrario se corre el riesgo de terminar en esta mojiganga periodística con una insulsa polémica sobre lo que una leyenda como Juan Arango quiere cobrar por un partido de despedida, lo que obligó a Giménez a dar explicaciones y hasta ofrecer excusas a Arango por el malentendido. Es lo que ocurre, cuando el auténtico hecho comunicacional se desvirtúa y se deja en manos de supuestos influencers, expertos en tuitear frivolidades y generar vacías polémicas la imagen de la federación más importante de Venezuela.
Contenido
Orden y clasificaciones mundiales
Los logros de la actual directiva de la FVF son evidentes y solo un necio podría negarlos. El solo hecho de darle transparencia a los balances de la gestión, auditado por empresas internacionales, es un reflejo del orden y los cambios que se han realizado en esta gestión.
Salir de la oficina de Sabana Grande para una nueva sede en el Centro Comercial El Recreo es otro avance en el funcionamiento y en el manejo organizacional de la entidad deportiva con más músculo económico en el país, por los generosos recursos que recibe de la FIFA, Conmebol y los patrocinios que recauda por los derechos comerciales de la Vinotinto.
Durante estos cuatro años también se recuperó en Centro Nacional de Entrenamiento de Margarita, uno de los tantos negocios que montó Esquivel durante su gestión y que en tiempos de Berardinelli se convirtió en una instalación privada. Se puso en marcha la Liga Futve Junior que ha servido para promover el desarrollo de nuevos talentos que alimentan a las selecciones menores de la FVF, y ha desembocado en la clasificación de manera consecutiva de las sub-17 al Mundial de Indonesia 2023 y al próximo de Catar 2025. También habría que incluir el trabajo de desarrollo con la Liga de Fútbol Sala que permitió a Venezuela clasificar a los mundiales de Lituania 2021 y Uzbekistán 2024 en el que se venció a la bicampeona España, y avanzó por primera vez en la historia a cuartos de final.
Romper seis décadas de rotundos fracasos en eliminatorias sería el gran logro
El verdadero desafío para la FVF es romper las seis décadas de fracaso que acumula la selección masculina absoluta en eliminatorias a las copas del mundo. Desde 1965, cuando debutó en los torneos premundialistas de Conmebol, la Vinotinto solo ha acumulado esporádicas alegrías y severos martillazos a la ilusión. Acabar con ese maleficio de ser la única selección Suramérica que no ha clasificado a un Mundial de Fútbol sería el mayor logro de la gestión de la actual directiva en la centenaria historia de la entidad futbolística.
El próximo partido contra Bolivia, el 6 de junio en Maturín, es el más relevante para Venezuela en esos sesenta años. Una victoria sobre los altiplánicos podría abrir las puertas del séptimo puesto del repechaje mundialista, que desde el inicio de la eliminatoria fue la meta más a la mano para la Vinotinto, en ese torneo aparte que viene disputando con Chile, Perú y Bolivia por ese medio boleto a la cita de 2026. Pero no hay que sonar las campanas al vuelo. Hay que asumir este choque con respeto y cuidado por Bolivia, que ya le hizo pagar muy caro con una goleada 4-0 Venezuela el hecho de subestimar a la Verde y su ventaja geográfica de jugar en ese techo del mundo del estadio municipal de El Alto.
A Bolivia hay que enfrentarla con la misma determinación que se hizo ante Perú, pero no estaría de sobra evitar la angustia del segundo tiempo, con la Vinotinto replegada contra su arco sufriendo más de los debido por cederle el balón y toda la iniciativa al rival. Contra los altiplánicos hay que someterla desde el principio y buscar una victoria amplia, equiparable al 4-0 del choque de ida, porque el gol average es otro factor decisivo en estas eliminatorias y será crucial en caso de empate a puntos.