A lo que vamos a referirnos sucedió hace una semana, pero han sido tantas las voces, tan incontables los comentarios y las preguntas, que creemos necesario abordar el asunto. “¿La tocó dos veces?”. Causa curiosidad y tendencias, y llegado el momento, también risas. Y entonces quien escribe se da cuenta de la importancia social que puede tener el deporte, el fútbol en este caso, para que un hecho diminuto como es tocar o dejar de tocar un balón provoque que una ciudad, un país, quizás el mundo entero haga de esto, más que la política o la economía, el tema de conversación preferido.
Hagamos un recuento. Partido Atlético de Madrid uno, Real Madrid cero, terminan los 90 minutos y los 30 de prórroga, lanzamientos de tiros penales para que uno de los dos avance a los cuartos de final de la Champions League y el otro tenga que rumiar a solas y desconsolado su frustración…
Le corresponde cobrar a Julián Álvarez, y gol. Festeja el Atlético, pero instantes después el árbitro consulta al VAR y elimina el disparo alegando que el jugador antes de su disparo había tocado levemente la pelota. Nadie protesta, y siguen los penales. Gana el Real Madrid y todos a casa. Diego Simeone, director técnico del Atlético, pide a los periodistas en la rueda de prensa post juego que levante la mano quien haya visto el toque ante del tiro penal; nadie la levanta, no sabemos si por sinceridad o por no entrar en discusión con el fogoso entrenador. Con la situación hirviendo y a puntos de reventar, La FIFA interviene y muestra un documento de video en el que, supuestamente, se ve a medias la infracción. La tecnología ayuda, pero tampoco aclara de un todo la situación. Las cosas quedan así: la duda creciente es la primera actriz de la opinión pública…
Entonces, decimos: si no hubiese intervenido la tecnología, el penal valía y nadie iba a darse cuenta del asunto. ¿No hubiera sido más sano que el árbitro siguiera con los penales y aquí no ha pasado nada? Al final de cuentas, era solo un detalle minúsculo que en ese momento no decidía porque no era el cobro definitivo.
Volteamos, y al echar una mirada hacia los aparatos de la modernidad, decimos que el hombre sigue siendo insustituible. Todo este enredo, esta embarazosa situación se debe al empeño de tecnificar labores que solo un ser humano podría solventar y que será por años controversia en tertulias y conversatorios. ¿Cómo quedó el árbitro para los aficionados del Atlético de Madrid, y cómo quedó para el universo futbolero mundial Julián Álvarez? ¿Tocó la pelota o no, con intención o sin ella?
Nos vemos por ahí.