Junior, Marcelo y Carlos jugaban con una pelota en el patio interior de la casa de San Cristóbal. La bola iba y venía y los chamos se empecinaban para saber cuál de ellos la manejaba mejor. A un lado los seguía con la mirada Carlos Horacio Moreno, el padre, que por entonces se afanaba como director técnico en la preparación de los partidos del Deportivo Táchira de la Copa Libertadores ante Independiente de Avellaneda y Rosario Central. Eran días de turbulencia futbolística, de excitación por el marco de la importancia de los capítulos por escribir, pero también de placidez familiar, de abrazos entre Carlos papá y Coromoto, la madre andina.
Al tiempo los muchachos se hicieron jugadores, no podía ser de otra manera, y aunque tenían la doble nacionalidad argentina y venezolana, siempre se sintieron gochos puros, con su tono cantadito al hablar tan típico de la región andina. Fueron futbolistas profesionales los tres, pero solo uno de ellos llegó a lo más alto: la selección Vinotinto…
Y ese fue Junior. Después de vestir las camisetas del Deportivo Lara y del Zulia, por entonces dirigido por Carlos Horacio, emprendió la aventura de conquistar Estados Unidos. DC United y FC Cincinnati supieron de él, hasta cruzar los mares y llegar al Al-Hazem de Arabia Saudita. Fueron breves sus días en aquel remoto país, hasta regresar a América para defender el medio campo del Houston Dynamo FC. Ahí, disputando partidos de lucha y fuego, despertó intereses de la Vinotinto y, ahora, del Gimnasia y Esgrima de La Plata. Equipo de tradición y leyendas, como todos los de Argentina, de batallas inolvidables contra River Plate y Boca Juniors, y que cumple ahora cien años de fundado como club de fútbol, pero 137 como institución general de varios deportes…
Ahí estará Junior, el tachirense, el sancristobalense, con su elegante manera de jugar, con su capacidad para los cambios de ritmo y su visión de campo. A sus treinta y un años de edad sabe que aún puede, a plenitud, a pleno vigor, dibujar su fútbol y marcar huella. Será emocionante cuando a Gimnasia y Esgrima le toque enfrentar a Huracán, porque fue este el equipo en el que en los años setenta jugaba su padre, mediocampista como él, cuando fue llamado por el Portuguesa para los campeonatos venezolanos. Gimnasia contra Huracán, la historia se escribe así, con estas vueltas que la gente llama casualidades y que en el fútbol le dicen encuentros conmovedores de familia para recordar la presencia del gran Carlos Horacio Moreno.
Nos vemos por ahí.