Con gestos de esperanza, que son también de inquietud y preocupación, nos hacen la pregunta.
Cada quién espera una respuesta que pueda llenar el pozo de su deseo, porque tal vez piensen que algunas palabras nuestras o el de algún periodista puedan hacer cambiar el destino marcado, si es que de verdad existe el destino señalado de cada jugador, de cada selección.
“Cómo ves a la Vinotinto, crees que todavía hay chance de ir al Mundial?”.
Es la pregunta inquieta revestida de una angustia no disimulada. Hasta hace unos meses la hacían con complacencia, con seguridad, pero después de tropiezos y resultados inconvenientes la armadura del traje medieval se ha resquebrajado. “¿Crees que todavía hay chance?”.
No es, realmente, algo novedoso. A través de los tiempos se siempre se miraba hacia la encendida llama del candil. La diferencia entre épocas es que hace algunos años era una inquietud que veía más hacia la quimera, hacia casi un imposible, que a una real oportunidad. Esto ha ido cambiando hasta llegar al otro extremo, el del optimismo imprudente.
En clasificaciones anteriores bastaba una derrota en el primer partido para que las alas desmayaran y cayeran al suelo. Ahora recordamos el Premundial a Italia 90. Al juego inicial en el estadio Brígido Iriarte le bastaron cuatro o cinco minutos para que un zurdazo de Branco, aquel magnífico lateral izquierdo brasileño, matara toda ilusión posible. Y así ha sido casi siempre; de súbito se aparece algún monstruo para volver cenizas toda alucinación.
Ya hoy no se habla de este o aquel partido, de cuál será el rival más impenetrable; ahora se diserta en colectivo, de los puntos que tiene la Vinotinto y los que aún faltan para clasificar: “¿Con cuántos se llega a la meta?”, vuelven a preguntar aunque sin aquel impulso de comienzos de año 2024.
Todo va a ser muy difícil, porque difícil ha sido siempre. Si hace un tiempo era una utopía, hoy es una empresa de envergadura, aunque posible al final de todo. Todo va a ser decisivo, especialmente los partido en tierra propia si se da como muy empinado ganarle puntos a Ecuador en Quito, a Argentina en Buenos Aires, y a Uruguay en Montevideo.
Sobre todo si se entiende que son esos tres equipos las más difíciles de batir en el momento actual y que ya se enfilan hacia el Mundial y de una vez hacen planes.
Pero la llave mágica que puede abrir los portales del Mundial 2026 puede estar en meter en un rincón a Perú, Bolivia y Colombia. Derrotar a estos tres seleccionados daría a la Vinotinto 21 puntos, una suma aceptable para un esquema en el que siete de diez, vaya facilidad, darían el palo noble a la piñata de la clasificación.
No sabemos si estas victorias serían suficiente para dar alivio a la pregunta popular. Pero al menos, y mientras llegan esos días, no estaría mal, porque el ser humano también vive de fe y sueños alcanzables.
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