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A las puertas de la gloria eterna

La fabulosa campaña de Jefferson Savarino en el Botafogo está muy cerca de encumbrarlo como uno de los jugadores más determinantes en la centenaria historia del club carioca. Por las filas del “Fogão” pasaron figuras emblemáticas del fútbol brasileño de la talla inconmensurable de Garrincha, Didi y Nilton Santos, doble campeones del mundo con la Canarinha en las Copa de Suecia 1958 y Chile 1962, pero ninguno logró la hazaña que está a punto de conquistar el zuliano: ganar el doblete del campeonato de Brasil y la Copa Libertadores de América.

De hecho, ni el fenomenal extremo ni el elegante mediocampista, que luego tuvo un paso fugaz por el Real Madrid, ni el impasable defensa central que en el Mundial de 1958 anotó uno de los mejores goles de la historia de las copas, al driblar a media selección de Austria, lograron disputar una final del torneo de clubes más antiguo y prestigioso del continente.

En sus 134 años de fundación, el cuadro Alvinegro solo tenía entre sus logros antes de la final que jugará el sábado, el haber llegado hasta las semifinales de la Copa Libertadores de 1963, en la que fueron eliminados por el Santos, tras igualar 1-1 en São Paulo, y caer de local 0-4 con un triplete del Rey Pelé en el estadio Maracaná de Río. Fue tal el golpe que suscitó esta derrota que un año después el legendario Nilton Santos decidió colgar los botines y retirarse del Botafogo, el único club que defendió durante su excelsa carrera.

De allí que el triunfo del martes de Botafogo 1-3 sobre Palmeiras para sacarle tres puntos de ventaja en la lucha por el primer lugar del Brasileirão dejó al cuadro de Savarino en inmejorable posición para titularse a falta de dos fechas de finalizar el campeonato. El zuliano fue de nuevo el jugador más determinante en la cancha al anotar el segundo tanto y dar la asistencia a Andryelson para sellar el triunfo de su equipo en el choque crucial en São Paulo.

El enorme rendimiento de Savarino esta temporada hay que atribuirlo, en buena medida, a la inteligencia táctica del entrenador portugués del “Fogão”, Artur Jorge, quien convirtió al zuliano, mutatis mutandis, en una suerte de Kevin De Bruyne tropical. El lusitano le dio a Savarino las llaves para conducir al Botafogo al ritmo y a la velocidad que impone el venezolano.

En lugar de encajonarlo como un extremo, Jorge lo ubicó de todocampista con la misión de controlar el balón, organizar el juego, alimentar a los delanteros con la precisión de sus pases o aparecer en plan de falso nueve, ocupando los espacios que dejan disponibles Igor Jesus, Luiz Henrique o el argentino Thiago Almada.

El sábado en la final de la Copa Libertadores ante Atlético Mineiro, el primer club de Savarino en Brasil, el zuliano tendrá la oportunidad soñada de meter al Botafogo en la historia grande del torneo. Si luego gana el doblete del Brasileirao, entonces subirá al altar de los héroes perennes del cuadro “Glorioso”.

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