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El tenis sigue sin la raqueta laureada de Rafael Nadal

“Todos los cambios llevan un proceso de adaptación pero he recibido una educación que me permite ser consciente de que he hecho todo lo que dependía de mi”, asumió Rafael Nadal, en el centro de la pista de tenis habilitada en el Palacio de los Deportes Jose María Martín Carpena de Málaga, ya como deportista retirado como profesional.

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El ganador de 22 títulos de Grand Slam inicia ahora una nueva vida, sin raqueta en la mano, sin disciplina de entrenamientos, sin rutina ni exigencia. A la espera de costumbres nuevas que marque el devenir.

“Nunca me ha fallado mi familia, ha estado conmigo en los momentos malos y me han mantenido con los pies en el suelo cuando todo iba bien. Eso hace que lo que venga en el futuro sea más fácil de llevar”, aventuró el mejor deportista español de la historia.

Nuevas tareas esperan a Rafael Nadal, que siempre ha aprovechado el tiempo libre que su profesión le permitía. Para atender sus numerosas ocupaciones y compromisos y para disfrutar de sus pasiones, de su ocio. El barco, el golf, la pesca, el fútbol.

Sin embargo, el mallorquín tiene entre manos desde hace algún tiempo el proyecto asentado de su Academia en Manacor, afianzado como uno de los principales recintos generadores de tenistas. Tiene de todo. La saca adelante diariamente junto a su familia. Una residencia, pistas de tenis y de pádel, un hotel, además de restaurantes.

Rafa se va del tenis, pero el tenis no se va de Rafa. El balear firmó un acuerdo el pasado año por el que se convertía en el embajador de la Federación Saudí de Tenis.

Especialmente durante los primeros días los compromisos de Nadal no le permitirán respiro alguno. Numerosos patrocinios a los que corresponder y marcas de las que ha sido imagen en décadas.

Sus iniciativas y proyectos al margen de las pistas alcanzan el mundo del turismo, de la hostelería, inmobiliaria, cosmética y nutrición, entre otros, por lo que tiene donde elegir.
Además del ocio que le va a acercar más horas al golf o la pesca, podrá gozar del fútbol. De su Mallorca, al que acude a ver cuando el tiempo se lo permitía, y sobre todo, el Real Madrid, su pasión y del que es seguidor.

En el limbo quedó aquél recuerdo y aquella respuesta y la presidencia del Real Madrid.
Y el tenis, donde se dejará ver. Para prolongar el reconocimiento de su leyenda y después, también en la competición. Capitanear el equipo de la Copa Laver o del cuadro español de la Copa Davis, forman parte del futuro imaginario que rodea la leyenda del balear.

EFE

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