En el 2001 fuimos testigos privilegiados de la primera hazaña de la Vinotinto como visitante en la historia de las eliminatorias suramericanas para los mundiales de fútbol. Viajamos a Santiago de Chile contagiados por el estusiamo que comenzaba a despestar aquella selección dirigida por Richard Páez, tras el inédito triunfo 2-0 sobre Uruguay en Maracaibo.
Antes de ese duelo, en la Federación Venezolana de Fútbol se corría la voz de que Páez sería despedido del cargo si Venezuela perdía el choque ante los charrúas, pero la luchada victoria en el estadio Pachencho Romero fue el desencadenante del llamado boom Vinotinto.
El segundo capítulo del relato triunfal e irrepetible hasta ahora de cuatro triunfos consecutivos que consiguió la selección de Páez , se vivió en la ciudad de las grandes alamedas, las manos sangrantes de Víctor Jara y del terrorismo de estado cometido por dictadura de Augusto Pinochet en el estadio Nacional, el mismo escenario del duelo entre la Vinotinto y la Roja.
Venezuela le pegó un repaso a Chile, que días antes venía de derrotar 2-1 a la flamante Francia campeona del mundo con Thuram, Desaily, Vieira, Trezeguet y Zidane en cancha, en el partido de despedida de Iván Zamorano. La Roja llegó agrandada al choque, pero la Vinotinto controló el balón con el Pájaro Vera y Ricardo Páez manejando los tiempos del partido, jugando al ritmo zigzaguente de retroceder para avanzar en bloque que fue el sello del fútbol de toque, propositivo y rebelde de la selección de Páez.
Los goles de Ricardo David y Juan Arango sentenciaron una victoria gestada a partir del dominio del balón y la posesión, con Richard Páez dirigiendo los hilos desde las tribunas con un trasmisor portátil por cumplir partido de suspensión.
Aquella hazaña debería servir de inspiración para enfrentar el nuevo desafío ante Chile en Santiago. La Vinotinto de Fernando Batista cuenta con más recursos y alternativas que aquella de Páez para conseguir un triunfo vital en la lucha por la clasificación al Mundial de 2026. El mejor partido del ciclo del “Bocha” Batista se produjo en octubre del año pasado en el 3-0 ante la misma Chile con Yeferson Soteldo haciendo desastre cada vez que desbordaba.
Es tiempo de retomar el leitmotiv de esa conquista, porque desde entonces Venezuela acumula siete partidos sin ganar en la eliminatoria. Pasó de estar entre los cinco clasificados a bajar al séptimo puesto del repechaje y cada vez se reduce el espacio para maniobrar. Hay que volver a ganar con ese mismo fútbol propositivo de hace un año en Maturín que hizo recordar la hazaña de 2001 en Santiango.