Hojeamos el “Bild”, el “ Tagesspiegel”, el Zeitung” y hasta el “Deer Sontag”, que circula solo los domingo (“Sontag” en idioma alemán quiere decir domingo, por cierto) en sus páginas deportivas, que aquí siguen existiendo no obstante la tecnología de los periódicos actuales, y nada que podamos enterarnos de los pormenores antes del Venezuela-Brasil de ayer.
¿Cómo va el Premundial?, le preguntamos a las páginas de los diarios y no hay respuestas. Ah caramba, encendemos el teléfono y la laptop y ahí están las informaciones: clasificación, goleadores, las noticias del momento.
Entendemos que no es un capricho de los diarios, sino que es la falta de atención que tiene aquel continente del Nuevo Mundo ante la magnificencia de la Europa imperial, la de los nombres sonoros, la dueña de la historia. ¿Para qué ocuparse de América Latina, qué nos importa “la vida de los otro”, como el título de aquella película de hace algunos años?…
Por contraste, los jugadores latinoamericanos son seguidos con probada admiración por los aficionados y los medios de comunicación. Hace unos días, y vale el ejemplo, mientras seguíamos por televisión el partido Bayer Leverkusen-Bochum, vimos desplazarse por la cancha con cabeza levantada y como lateral izquierdo a Piero Hincapié, ecuatoriano de mal recuerdo por la Vinotinto en la Copa América del 2019, cuando a sus escasos 19 años marcó el gol de la victoria de su selección ante Venezuela.
En Alemania quedó para siempre el recuerdo del peruano Claudio Pizarro, de largas y exitosas temporadas, y aunque sin el clamor del inca, de Juan Arango, de buenos años con el Borussia Monchengladbach…
Y mientras vemos trascurrir el otoño europeo y escribimos el jueves para publicar hoy viernes, quisiéramos saber cómo van las cosas en América del Sur. Quizás, y según versiones de los medios futbolísticos, será esta la última vez que se juega la clasificación al Mundial en ese extenuante todos contra todos.
El sistema actual viene a ser un maná de recursos y dinero para las federaciones, pero no así para los jugadores, agobiados por un calendario que los atosiga de partidos. No sucede lo mismo en Europa, con sus cortas distancias; Suramérica, con su cordillera andina, sus grandes lagos y países con extensiones inmensas los hace jugar así, con vuelos interminables que “los mata”, como se dice en el habla de los futbolistas.
Ya hay fórmulas estudiadas con los equipos divididos en dos grupos de cinco, que reducirían los partidos de cada selección de los dieciocho actuales, a ocho. Ya lo veremos, ya lo veremos.
Nos vemos por ahí.
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