Desde el centro de la cancha del estadio “Villa Hermoso” de El Alto es posible, levantando los brazos, tocar las nubes. Claro, no es exactamente así, pero lo que se quiere decir es que su altitud, la elevación de su construcción en aquel lugar a 4.083 metros sobre el nivel del mar, donde falta el aire y donde el oxígeno es un bien que solo se adquiere a un altísimo precio, está cerca de ser un “cadalso” para los equipos visitantes. Si en el “Hernando Siles” de La Paz respirar es un lujo, entonces, ¿qué tal será hacerlo en una cancha donde el cinco de septiembre la Vinotinto buscará un triunfo vital para sus aspiración mundialistas?
El asunto a dilucidar es este: ¿por qué el cambio de escenario? ¿Quién ordenó que se jugara en esa especie de “guillotina” para liquidar a la selección de Venezuela? ¿Fue la Confederación Suramericana de Fútbol o fueron las autoridades bolivianas? Jugar en El Alto, ciudad vecina de la capital del país, es lo más cercano que se pueda concebir a un “suicidio futbolístico”.
Hasta hace algunos años presentarse en La Paz era un temor esparcido por toda Suramérica; era, sin más, exponerse a perder los puntos en disputa. Normalmente se veía a los futbolistas respirando con dificultad, desesperados, buscando en el aire el bálsamo a su mal de altura. Con el tiempo esto se ha ido modificando; ahora el miedo ya no espanta, aunque por razones diversas: Argentina, por citar a un seleccionado, llegaba a La Paz con varios días de antelación para que sus jugadores absolvieran las condiciones de altitud y sus pulmones se habituaran al ambiente. Brasil, a su vez, hacía lo contrario: llevaba a sus jugadores el mismo días del partido, inclusive en horas previas antes de que el fantasma de los 3.581 atacara en serio.
En Bolivia afirman que sacar ventaja es un derecho de su fútbol. Que si otros han cambiado de sedes como locales en función de sus equipos y seleccionados, ¿por qué ellos no? Y alegan que el gramado de El Alto y todo lo concerniente a un partido internacional es de los mejores de Suramérica. En realidad, pasan los días y las cosas se van aclarando. Hay una sospecha, sustentada en oscuros manejos hasta ahora no aclarados, de una conspiración para favorecer a la selección del altiplano. Ahora, habrá que decir que esos “manejos” citados se mueven entre lo legal y lo que no es tanto; cuesta trabajo identificar, si es que lo hay, dónde está el “delito”, dónde es “que se empata el tubo”.
Lo hecho, hecho está. Venezuela deberá meterse en el fragor de un partido de difícil solución en El Salto (por algo esa ciudad tiene ese nombre), ante un adversario que busca con urgencia una victoria que alimente una esperanza casi desvaneciente. Perder ese día apagará las débiles luces de un fútbol que desde 1994 en Estados Unidos, mira desde lejos, como el mar que no tiene, una clasificación mundialista.
Vinotinto al acecho
No obstante los nexos históricos, Venezuela y Bolivia han mantenido una enconada rivalidad. Y sí revisamos las vueltas de los partidos, a la Vinotinto no le ha ido tan mal como forastero; alguna victoria y un empate en tierras del altiplano registran los hechos.
Sin embargo, esta vez puede ser diferente. Los bolivianos, en su deseo ferviente de subir en la tabla de posiciones, buscarán todos los caminos en procura de una clasificación que parece casi imposible.
Caminos que comienzan con jugar el partido en el estadio Villa Hermoso, para 25 mil fervorosos aficionados, que dejaran almas y gargantas por su seleccionado.
Y lo hemos dicho: aunque no parezca, para la Vinotinto será este el capítulo casi decisivo para ir al Mundial 2026. Vencer le quitaría relativa importancia a posibles derrotas ante Uruguay y Argentina, que vendrán después.
En Tips
Emboscada
Cada selección aprovecha las condiciones de su clima para adueñarse de la victoria. El calor y el frío pueden ser factores decisivos en partidos parejos.
Ventajas
En Bolivia argumentan que juegan en El Alto, como Brasil lo hace en Belém do Pará a casi 40 grados. Ahí los futbolistas se deshidratan en pleno juego.
Consecuetes
Argentina, Perú, Uruguay, Paraguay, Colombia, Chile y Ecuador han jugado siempre en sus sedes naturales, casi siempre en las capitales de cada nación.
Maturín
Venezuela ha tomado a esa ciudad como fortaleza. San Cristóbal, Barquisimeto y Caracas, con deseos de montar partidos, han reclamado tal exclusividad.
Ajetreo
La Vinotinto tendrá que resolver, entre septiembre y noviembre, seis partidos ante Bolivia, Uruguay, Argentina, Paraguay, Brasil y Chile. Todo un agite.