En medio del tumulto de los días que corren, y entreverados en una nube de jugadores capaces, Endrick y Franco Mastantuono llegaron al Real Madrid en momentos confusos. El equipo de la capital española cambiaba de director técnico, y en esa transición de mando no se sabía cuál iba a ser destino de los dos jovencitos de mucho talento y poca experiencia.
A la vez, aparecía en Cataluña otro adolescente, Lamine Yamal es su nombre, que comenzaba a deslumbrar y a poner humo en los ojos de los medios de comunicación y los aficionados. Era un hallazgo, un tesoro escondido, de esos que cuando se abren pueden estar desbordados en joyas o en amargas desilusiones. Así está pasando con Lamine, un lujo en su fútbol pero escandaloso en su vida personal. De alguna manera y por otros motivos, también pasa con Endrick y Mastantuono, hoy en la banca y en la incertidumbre de aguardar por un cambio a algún equipo en el que puedan palpar más directa su visión de campo.
Todo esto sería un recordatorio de episodios acontecidos con jugadores del pasado, aquellos muchachos que prometían como santos de la religión futbolera, y que terminaron vagando por ahí, procurándose un camino jamás encontrado. Han sido sueños de juventud, quimeras por alcanzar y que casi siempre se han deshecho en las verdades que la vida sospechosamente esconde.
Ansu Fati, nacido en Nueva Guinea y convertido español, fue todo un suceso. Fue el jugador más joven del Barcelona en marcar en la Champions League, y todos lo veían como un descubrimiento feliz. Pero una lesión en un partido ante el Betis marcó el inicio de la debacle del atacante; el Barsa lo envió a préstamo al Brighton inglés, aunque al poco tiempo regresó a Cataluña. Tras su recuperación, fue convocado para el Mundial de Catar, aunque ahí jugó muy poco. Al poco tiempo el Barsa, por su bajo rendimiento, lo apartó del equipo y desde entonces anda en el Mónaco, como suplente, y sin un porvenir en colores. A sus 23 años de edad, parece haber comenzado su caída definitiva.
El caso de Freddy Adu es el más emblemático de fútbol contemporáneo. Promocionado como “el más importante jugador dado por el fútbol de Estados Unidos, es el nuevo Pelé”, debutó en la Major League Soccer a los 14 años de edad. Su publicidad fue tal, que fue contratado por marcas que, al pasar los años, se fueron convenciendo de que no estaban ante el más grande del balón, sino de un jugador común. Saltó, como un futbolista errante, de un equipo a otro: fue a Portugal, Francia, Grecia, Turquía, Brasil, Serbia, Finlandia, para acabar, tristemente, en Suecia.
El fútbol, pues, puede ser gloria o infierno para cualquier jugador. Hemos citado algunos casos, entre cientos de ellos, de aquellos que vieron a la distancia el brillo incandescente del metal áureo, pero que en el fútbol jamás pudieron llegar a la utopía guardada en el arco iris.









