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Una guerra de nunca acabar

Yangel Herrera se traga entera la cancha de Montilivi, Salomón Rondón rompe zagas y disloca barreras en la de La Cerámica. Todo está por comenzar, el cohete por estallar, y los muchachos venezolanos afanados en medio de dos causas marcadas por el empeño de trascender. Herrera y el Girona, después de una campaña alucinante cumplida hace dos temporadas y de llenar las planillas para jugar la Champions League, estuvieron cerca de caer al precipicio de la segunda división en el campeonato más reciente. La ilusión había partido hacia mejores destinos, y correspondió a su gente nadar contra el cauce adverso del río de la clasificación. Por los mismos días, en el Oviedo también había anhelos, pero en otro sentido; el club volvía a sentir en su aliento el perfume de la categoría mayor, y para allá viajaron esperanzados y firmes. Y llegaron, ficharon a Rondón con la fe puesta en el venezolano para al menos tratar de mantener su status de equipo elegido del fútbol español…

Hoy verá luz la Liga de España, y como ha sido en los años recientes, sin que las grandes figuras estén en las marquesinas de los estadios. Ahora insurgen valores renovados, con un ojo puesto en el torneo de cada semana y otro en el Mundial de 2026. El fútbol en territorio hispano, como en toda Europa, es parte de la cultura popular, de quehacer de su cotidianidad, y si vemos a un grupo de hombres conversando en una esquina de Madrid, de Milano, de Londres, Munich, Lisboa o París y nos acercamos, seguramente sus disparos de palabras llevarán la pólvora encendida del fútbol de cada día. Para Venezuela tendrá el atractivo de seguir, además de Herrera y Rondón, a Jon Aramburu, con sus evoluciones como lateral derecho batiéndose en la rocosa defensa de la Real Sociedad…

Detrás de los animadores de siempre, de los competidores por alcanzar diferentes conquistas, la escena será llenada, como protagonistas indiscutibles, por los primeros actores de la guerra de nunca acabar: Barcelona y Real Madrid. Los medios de comunicación han llevado su antagonismo hasta lugares insospechados y confines lejanos: la China y Afganistán, La India y Tierra del Fuego, Kazajistán y Nueva Zelanda, Japón y las Islas Comoras. No sería de extrañar que un buen día de estos, y cuando menos se le espera, veamos por la televisión enfrentamientos válidos para los puntos a los dos colosos españoles en un estadio chinés, el remoto país donde en las peñas de los famosos clubes se juntas miles de vehementes aficionados.
Nos vemos por ahí.

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