Al comienzo de la década de los 90, mientras crecía el mito de que Venezuela era tierra de shortstop, o de infielders para no encasillarnos en una sola posición, apareció en la palestra otro receptor que pudo establecerse en las Grandes Ligas durante una década, Carlos Alberto Hernández. El de San Félix fue uno de los cinco venezolanos que se entrenó en esa contienda de 1990, una muy exitosa por cierto, en la que cuatro de cinco lograron jugar 10 años o más.
El guayanés Carlos Hernández debutó en Las Mayores con los Dodgers el 20 de abril de 1990, cuando tenía apenas 22 años. No tuvo realmente la oportunidad de ser el careta titular porque delante de él estaba primero Mike Scioscia, en algún punto Gary Carter y a la postre el inmortal Mike Piazza. Pero aun así en Los Ángeles pasó la mayor parte de su carrera, siete años para ser exactos, apelando siempre a una excelsa defensa detrás del plato, donde -en realidad- jamás pensó estar.
De acuerdo con el libro “Venezolanos en las Grandes Ligas”, de Carlos Cárdenas Lares, fue en 1986 -estando en ligas menores- cuando se le pidió pasar del infield a la receptoría, cosa que le pareció “terrible”, pero al final decidió sacar adelante y vaya que valió la pena. Se movía con naturalidad en esa posición y resolvía con suavidad y elegancia cada jugada. Al final esa transición le permitió mostrar su versatilidad defensiva y dejar una huella, no solo en Los Ángeles, sino en cada lugar en el que jugó.
Para 1997, ya con 30 años, pasó a los Padres de San Diego, equipo con el que por primera vez en su carrera lograría batear por encima de .300 y -un año más tarde- jugaría su única campaña de más de 100 compromisos. Ese año disputó su primera postemporada, colándose hasta la Serie Mundial, aquella en la que los Yankees iniciaron una hegemonía que resultó en tricampeonato. Aunque aquella derrota fue amarga, todo en la carrera del venezolano parecía mejorar, pero entonces llegó una lesión que lo dejó fuera de juego durante toda la campaña 1999. Y su carrera terminó al año siguiente, cuando, luego de 58 juegos con San Diego, pasó a los Cardenales de San Luis. Terminó dando un paso al costado con apenas 33 años.
En su carrera como grandeliga se cuentan 488 juegos en los que conectó 315 inatrapables, incluidos 76 extrabases, empujó 141 carreras y anotó 315, todo esto para facturar un promedio de .253. En 442 ocasiones estuvo detrás del plato, donde sumó 2944 innings y dos tercios de labor en los que cometió tan solo 21 errores para facturar un porcentaje de fildeo de .985. Mucho se dice que el tiempo que Carlos Hernández pasó siendo el segundo careta de Dodgers fue demasiado, probablemente en otro equipo él habría sido el primero y la historia sería otra. Pero aquello es solo un quizás.