La salida de Íñigo Martínez del Barcelona, aunque todavía no oficial, dejaría un hueco dentro del plantel por su rendimiento la temporada pasada, pero permitirá al club poder inscribir a los nuevos fichajes.
El vasco se marcha libre, pero renunciando a la totalidad de la ficha que era de 14 millones de euros. Si bien para efectos de la norma 1:1, el equipo catalán no podrá computar el 100% del monto, sí lo hará por un 60%, unos 8.4 millones. Una cifra que se suma a la remuneración que ha conseguido con las salidas anteriores y que en global estaría cerca de los 30 millones de euros generados en espacio salarial.
Las ventas de Pau Víctor al Sporting Braga y de Pablo Torre al Mallorca le generaron al equipo azulgrana cerca de seis millones en el «fair play». Por su parte, la cesión de Ansu Fati al Mónaco fueron unos ocho millones, más lo que se ahorró el club en el salario de Clement Lenglet en su traspaso al Atlético de Madrid.
Desde la dirección deportiva del Barcelona se siente conformes con el trabajo realizado este verano y tienen el pensamiento de haber cumplido con el objetivo de ayudar al club a nivel económico sin echar a perder la estabilidad competitiva del plantel, aunque la salida de Íñigo Martínez no estaba prevista.
Ya con esto, el trabajo para que todos los refuerzos del cuadro catalán se inscriban en LaLiga dependerá de sí mismo. Por ejemplo, que el auditor apruebe la autorización de los 100 millones de euros por los asientos VIP y algún acuerdo de última hora. El patrocinio de la República Democrática del Congo, que reportará diez millones de euros anuales para los próximos cuatro años, también ha ayudado muchísimo.