La transacción que llevó al portugués Joao Félix desde Italia a Arabia Saudita, despierta una conversación sobre aquellos futbolistas que de tanto tener lugares para jugar, terminan sin tener ninguno. Hombres que traspasan fronteras y países, equipos y culturas, pero que parecen estar siempre sobrando.
Este talentoso mediocampista y atacante llegó al Atlético de Madrid con los más brillantes augurios; manejador de pelota, técnico como el que más, pero que no obstante sus virtudes no encajó en el equipo español. Recaló en el Chelsea, y su fútbol tampoco trascendió. El Milan lo esperó para nada, para nadar en el Mediterráneo y “ahogarse en la orilla”, como dice el popular refrán popular, y hasta allí llegó.
Iba a regresar a su país, a la Lusitania nunca olvidada, cuando el teléfono de su casa italiana sonó. Llevaba un mensaje inesperado, un recado para hacerlo feliz: desde Arabia lo buscaban para incorporarlo al Al-Nassr. En Riad lo esperaban sus paisanos Cristiano Ronaldo y el técnico Jorge Jesús, para que su carrera reviviera como el de un náufrago rescatado de una tabla en alta mar.
El “caso Joao Félix” trajo a la memoria los vaivenes de James Rodríguez. Meciéndose de un equipo a otro, yendo de aquí para allá y más allá, no ha echado el ancla en ningún puerto. Después de su deslumbrante actuación con la selección colombiana en el Mundial2024, inició su andadura en Europa con el Real Madrid; todo iba bien, hasta que conocieron su inquieta y nunca satisfecha personalidad. Uno y otro jugador, perdidos en el laberinto de sus inconformidades, en la sinrazón de sus malcriadeces, han andado sin rumbo conocido en busca de algo que quizá no existe: un equipo completo para cada uno en el que puedan fraguar con toda propiedad su fútbol exquisito e incomprendido.
Entonces, nos preguntamos: ¿no son apetecibles los futbolistas venezolanos para el mercado árabe? Esta realidad, la Saudi Pro League parece haber desbancado a Estados Unidos como destino ideal para jugadores llegados desde cualquier y remoto confín. Hasta hace unos días hicieron propuestas por Vinicius y por Bruno Fernandes, aunque fueron rechazadas por querer estos cracks mantenerse en el jet set europeo.
Por eso es que no sería descabellado que un empresario llevara a muchachos de aquí, que no le costarían ni cercanamente lo que representarían nombres de astros sonoros. ¿Qué tal Jefferson Savarino, Yangel Herrera, Jon Aramburu o Cristian Cásseres? Aún son jóvenes, buenos jugadores y se conocen como chamos de correctos modales; esta una característica que en Riad es de alto valor. Hasta ahora no hay noticias de algo que podría parecer una quimera, pero que es perfectamente factible.
Solo queda que los agentes echan miradas y logren convencer a los petroleros de que Venezuela también es buena para dar jugadores de fútbol. ¿Cómo se dice “”Venezuela” en árabe?
Salomón camino a Riad
Salomón Rondón, hastiado de hace esfuerzos denodados y de perder partidos con el Real Oviedo, ha tomado una decisión: incorporarse al fútbol de Arabia Saudita.
Ya le han ofrecido un tesoro de contrato, un realero, con apartamento de lujo para vivir y automóvil con chofer.
Estas líneas envuelven una fantasía, un invento del periodista, pero ¿no es eso posible? Ya sabemos que en el fútbol de aquel millonario país se desviven por atacantes y Salomón funcionaría de manera perfecta, como la pieza que le falta al rompecabezas, en un equipo de la Liga Profesional Saudí.
Su fútbol, rompedor y fuerza de choque, goleador instintivo y con gran sentido de la oportunidad, podría reventar en aquel circuito.
No debe extrañar que ahora, en estos mismos momentos, ya lo estén tentando. Entonces lo aquí escrito ya dejaría de ser solo una fantasía periodística.