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A la LVBP le urge modernizarse para mejorar el espectáculo 

La Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) nació en 1946 y con el paso de las décadas se ha ido convierto en un sinónimo de pasión para los venezolanos, que año a año esperan con ansias la llegada del mes de octubre para vivir la emoción de otra temporada.

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Ahora bien, la LVBP ha vivido casi ocho décadas gracias a la pasión que desbordan las rivalidades entre los equipos y el entusiasmo que generan las fanaticadas. Sin embargo, ¿es suficiente? 

En las últimas semanas, un clip de menos de tres minutos copó la conversación en chats de beisbol. Allí, explicaban el funcionamiento del sistema de tracking (rastreo) Hawk-Eye y como MLB y los 30 equipos, utilizan y se benefician de esta tecnología de punta en cada uno de sus juegos. Cámaras de última generación, operadores en tiempo real, visualizaciones en 3D, estadísticas al instante. Un espectáculo que ocurre detrás del espectáculo. Ciencia, precisión, tecnología. Todo al servicio del juego. 

“Hawk-Eye es una empresa que tiene un software, que es el que permite el tracking de absolutamente todo lo que sucede en el terreno de juego”, explicaba Norberto Rivas, que es empleado venezolano de la citada empresa, en una entrevista con el usuario @alosdatos. “Tenemos las cámaras y los servidores para rastrear todo en el terreno”.

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Ante ese escenario, llega la comparación ¿dónde está la Liga Venezolana de Beisbol Profesional en esta conversación? 

La realidad es que, en pleno 2025, no se está ofreciendo el debido espectáculo que exige el beisbol moderno con todas estas herramientas. Mientras otras ligas de la región empiezan a implementar tecnologías como Hawk-Eye —o sistemas similares adaptados a su realidad— en Venezuela seguimos dependiendo de la emoción en bruto, del talento en el terreno y de la pasión en la grada. Y aunque todo eso es valioso, ya no alcanza. 

Y es que Venezuela no puede seguir siendo solo el país que produce estrellas. Tiene que ser también el país que les da el escenario que se merecen.

Por poner un ejemplo muy, hay jugadores importados; y no solo extranjeros sino del patio, que necesitan de sistemas de medición especializados para tener más elementos que mostrar en sus currículos a la hora de tratar de ir (o volver en muchos casos) al beisbol organizado de los Estados Unidos. La LVBP ha sido a lo largo de los años una gran vitrina para impulsar carreras de peloteros y con las herramientas tecnológicas adecuadas lo seguiría siendo, quizás hasta mejor. 

Porque el béisbol no compite solo contra otros deportes. Compite contra el entretenimiento global, contra TikTok. Netflix, videojuegos hiperrealistas que muestran cada detalle de un swing mejor que una transmisión de TV. 

La tecnología ya no es un lujo: es una necesidad

Traer Hawk-Eye a Venezuela no es solo para ver si una bola picó dentro o fuera. Es para crear contenido que emocione, que se viralice, que seduzca a nuevas audiencias. Es para profesionalizar el análisis, para que los equipos puedan evaluar con datos y no solo con el ojo. Es para mostrarle al mundo que la LVBP también es futuro. 

Cabe destacar que de acuerdo con el modelo de Hawk-Eye, la data se conoce en tiempo real; en específico, 10 segundos antes de que se emita en televisión -lo que permite que las cadenas los usen casi de inmediato en sus transmiones-, y con un margen de error para todas sus operaciones de rastreo de entre uno y tres milímetros. 

Sí, sabemos que es costoso. Que no es sencillo, hay que traer técnicos, instalar equipos, capacitar operadores. Pero también sabemos que cuando esta liga se propone algo, lo logra. Lo ha hecho muchas veces y lo puede volver a hacer. Este video que hoy nos impacta debe ser más que una curiosidad. Debe ser una brújula. Un espejo que nos muestra lo que podríamos ser. 

No obstante, la pregunta no es si podemos tener Hawk-Eye, es si queremos tenerlo. Y si la respuesta es sí, como debería serlo, entonces es momento de buscar aliados, de tocar puertas, sumar empresas, federaciones, marcas y talentos. Es momento de hablar en serio. 



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