Para los verdaderos competidores adaptarse al cambio no basta, ellos quieren ser los mejores en ese terreno que de momento les resulta desconocido. Se exigen al máximo, están atentos al mínimo detalle, observan a los buenos y se empeñan en demostrar que nada les queda grande.
En esa línea está el venezolano de Puerto Cabello, Wilson Contreras, que este año -justo antes de iniciar su décima contienda en Grandes Ligas- tuvo que despedirse de la receptoría y mudarse a una nueva posición: la primera base.
El criollo solo pudo disputar 84 juegos la contienda pasada, la menor cantidad desde su debut en la edición de 2016 cuando se uniformó en 76 ocasiones, esto sin contar claro el año de la pandemia.
Y es que tuvo que pasar por el quirófano en dos oportunidades, primero para tratar una fractura en la mano derecha, que sufrió tras recibir un pelotazo, y luego por una fractura en el antebrazo izquierdo, donde fue golpeado por un swing de J.D Martínez. Eso cambió su perspectiva y le hizo replantearse su estadía en el conjunto de los Cardenales de San Luis, al cual llegó en 2022 con un contrato por cinco años y 87,5 millones de dólares para reemplazar nada más y nada menos que a al estelar careta puertorriqueño Yadier Molina.
Cuando el equipo lo abordó para plantearle la posibilidad de dejar el plato y pasar al primer cojín, ya estaba preparado. Pero la propuesta de ir a la inicial le tomó por sorpresa y, claro, no lo dudó. Dejaría atrás el peto y la careta, pero seguiría en el terreno y eso era suficiente. Fue gasolina para su espíritu competitivo y ahí empezó el reto de ser un buen primera base. Ya ha disputado en esa posición 53 juegos y solo ha cometido tres pifias, tiene un porcentaje de fildeo de .993 y, de acuerdo con Las Mayores, está empatado en el tercer lugar entre los inicialistas de MLB en Outs por Encima del Promedio (OAA) con cuatro.
Y ofensivamente, ha ido de menos a más. Aumentó su masa muscular en el afán de imprimirle más fuerza a sus contactos y ha ido perfeccionando la forma en que consume cada turno. Comenzó yéndose en blanco en los primeros cuatro juegos de la temporada, pero no se desesperó, hizo los ajustes y no ha parado de mejorar. En abril bateó .263 con tres estacazos, en mayo ligó para .267 y en lo que va de junio promedia .306. En los últimos siete juegos está en el top10 de los mejores bateadores de las Grandes Ligas.
Pareciera que la adaptación ha sido fácil, pero la verdad es que los resultados se deben a su disciplina y a ese deseo constante de estar entre los mejores. Recientemente completó sus primeros 1000 juegos en Grandes Ligas y dijo estar honrado por la consistencia que ha podido mostrar a lo largo de su carrera, la cual espera gane años de vida con esa transición a la inicial.