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Un muro en Montevideo – Líder en deportes

Montevideo es de buenos augurios para Venezuela.

Fue allá, en la apacible ciudad de José Gervasio Artigas donde la Vinotinto alcanzó su primera conquista en los planos suramericanos. Fue en la Copa América de 1967, cuando aquel 3 a 0 irrefutable ante Bolivia. Y fue en la capital del Uruguay donde la selección dirigida entonces por Richard Páez venció al anfitrión, contra todo pronóstico y ahogando en el Río de la Plata los terribles presagios en contra, a aquel equipo que tenía en Álvaro Recoba su astro fundamental.

A la salida de la tribuna, y caminado hacia la sala de prensa para la conferencia post partido, nos conseguimos al técnico venezolano; con él comentamos la hazaña nacional y convinimos en que había sido una de las más grandes del fútbol del país en cualquier época.

Desde entonces se apagaron las luces. Los conjurados Vinotinto no han podido llevar nunca más su mensaje de insurrección contra uno de los poderes suramericanos. Ha sido la última victoria alcanzada por el país en el estadio Centenario de tantas leyendas.

Entonces, nos preguntamos: ¿cómo habrá que jugarle a Uruguay, qué hay que hacer para doblegar a tan encumbrado equipo? Los charrúas pegan porque es parte de su cultura como pueblo: el pequeño se defiende como puede ante la presencia de sus adversarios. Ese es el caso de los uruguayos, enclavados histórica y geográficamente entre Argentina y Brasil; por eso son como son, bravíos en la lucha y sin dobleces ante nadie.

Por eso la VInotinto tendrá que ser más inteligente que de costumbre. Más sagas que lo habitual. Más única que siempre. A ellos, aunque cueste la vida, hay que desesperarlos “robándoles” la pelota, haciéndoles ir en busca del botín de guerra sin enfrentarlos directamente; total, eso es lo que ellos quieren. Uruguay es firme, y dispone de un mediocampo luminoso en el que Giorgian de Arrascaeta, Emiliano Martínez y Rodrigo Bentancur dictan tiránicamente las leyes y no regalan ni un milímetro.

Venezuela descansará la creación de fútbol en Yangel Herrera, que reaparece con el equipo, Jefferson Savarino, José Andrés “ brujo” Martínez y Juan Pablo Añor para contrarrestar tanto fútbol y tanto mando de los celestes. Será este un muro de hormigón para fastidiar el fútbol y la dureza a toda prueba del escuadrón oriental. De ellos dependerá surtir pelotas limpias a Salomón Rondón, preferentemente, y, escalonados, a Yeferson Soteldo y Josef Martínez.

¿Será elegido Uruguay para ganar el partido? La lógica elemental así lo indica. ¿Será tan poderoso y claro su mediocampo para ponerles una camisa de fuerza a la Vinotinto? Podrá ser si los venezolanos no consiguen la habilidad ni la manera de zafarse del asedio. Puede ser, es verdad. Pero en 2004 también lo era, pero Juan Arango y su pandilla de outsiders fueron a más para escalar y llegar a lo imposible. La Vinotinto también puede.

De Francescoli a Pellistri

El título envuelve generaciones de grandes jugadores uruguayos. Las caracterizadas por los valores estéticos de Enzo Francescoli, la posterior marcada por su capacidad para superar adversidades de Diego Forlán, y la más reciente conocida por su perfil anotador de Luis Suárez, todos cañones del implacable ataque celeste. Ahora insurge la de Giorgian de Arrascaeta, Rodrigo Bentancur y Emiliano Martínez, duros del mediocampo, y Facundo Pellistri, voraz artillero listo para el asalto.

Historia resumida del fútbol de la República Oriental, de antigua data de choques con el de Venezuela.

Este último brote de hombres será el que le saldrá al paso a la Vinotinto, en un partido que enfrentará dos escuelas: la charrúa, curtida en victorias y batallas trascendentes, y la caribe, que se empeña en crecer y llegar a la altura de su adversario de mañana.

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