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Más que un perdón, parece otro castigo 

Cómo dice el Gran Combo, “lo que me vayan a dar, que me lo den en vida”. Y es que si realmente se es merecedor de algún reconocimiento, lo correcto es recibirlo mientras se pueda disfrutar. Hay excepciones que tienen sentido, como cuando por ejemplo la despedida es repentina. Pero de resto la gratitud, si existe, debe darse en vida, Eso justamente dijo Pete Rose, en su última entrevista conocida, respecto a la exaltación al Salón de la Fama. Un honor que se le negó toda la vida por apostar mientras era mánager de los Reds.

“He llegado a la conclusión, espero estar equivocado, de que entraré al Salón de la Fama después de morir… Algo con lo que estoy totalmente en desacuerdo”, dijo -sin titubeos- el 20 de septiembre, 10 días antes de su muerte. Rose, fiel a su estilo, sin tapujos, ni disimulo, dijo muchas veces no estar de acuerdo con el veto que le colocó el comisionado A. Bartlett Giamatti en 1989. “El Salón de la Fama es por lo que hiciste en el terreno, no fuera de él”, solía repetir el 17 veces All Star, que hasta el día de hoy, 39 años después de su retiro, es el bateador con más hits en la historia de Grandes Ligas, con 4256.
Pero, claro, MLB pensaba diferente. De hecho, el comisionado Rob Manfred rechazó en 2015 su solicitud de reincorporación a las papeletas, dejando claro que lo hecho en el terreno no borraba los errores cometidos fuera de él. Ni siquiera al tratarse de una carrera de 24 temporadas, en la que fue Novato del Año, tres veces campeón de Serie Mundial, ganó tres títulos de bateo, dos guantes de oro, un bate de plata e incluso un Premio Roberto Clemente. No había espacio para la discusión, al menos no en vida y eso enfureció más a Rose.

En algún punto se comenzó a hablar de la posibilidad de ser exaltado postmortem y surgieron las declaraciones citadas al comienzo de esta columna. Pues bien, apenas ocho meses después de su muerte, su presagio se cumplió. Esta semana MLB sacó a Rose y a otras 16 personas fallecidas de la lista de inelegibles al Salón de la Fama. Esto en respuesta a una petición de la familia de Rose, que a la larga también parece ignorar los deseos del ex jugador. “Una persona que ya no está con nosotros no puede representar una amenaza para la integridad del juego… Es difícil concebir una sanción que tenga un mayor efecto disuasorio que una que dure toda la vida”, escribió Manfred para justificar su polémica decisión.

Ahora, después de pasar toda la vida peleando por un indulto y no lograr el cometido, ¿vale realmente la pena una exaltación postmortem?, no lo creo. Si la falta fue tan grave cómo para juzgarte siempre en vida, no debe ser perdonada después de tu muerte. Si el error, a la larga, no se considera tan grave, debieron entonces ofrecer el indulto mientras él podría disfrutarlo. Como yo lo veo, consciente de lo que opinaba al respecto, esto parece más bien otro castigo.

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