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Los goles de Ender Echenique valen una fortuna para el Rojo

A contra corriente, el Caracas de Fernando Aristeguieta cumplió con creces el máximo objetivo que tenía en agenda en esta primera mitad de la temporada. Clasificar a la fase de grupos de la Copa Suramericana parecía fuera del alcance de los capitalinos, porque su plantilla está repleta de chamos con escaso recorrido en primera división y porque su rival en la primera fase eliminatoria era el Deportivo La Guaira, que arrancó firme, como líder invicto del torneo Apertura de la Liga Futve.

La lógica señalaba que el cuadro naranja del técnico Juan Domingo Tolisano, vigente campeón de la Copa Venezuela, dominaría el juego e impondría la mayor profundidad, trabajo y experiencia de su nómina. Pero el fútbol aborrece las verdades preestablecidas. Tiene su propia dinámica y allí reside lo extraordinario de este deporte. La incertidumbre convive en la punta de los botines de los jugadores, a la espera de un drible portentoso, un pase que rompa las defensas más corajudos o el error infortunado que desdibuje lo planificado por el técnico en horas de cancha y pizarra.

Fue lo que ocurrió en este lance decisivo en el Olímpico. Caracas destrozó las quinielas con actitud, determinación y la impronta de un menudo delantero que se creció en el escenario internacional, donde las cotizaciones se duplican y cada gol vale un Potosí. Ender Echenique fue la llave de entrada del Caracas a la ronda de grupos de la Copa Suramericana, al convertir dos soberbios goles que le garantizan al club la bicoca de 1 millón 125 mil dólares, esto es: 225 mil de los billetes verdes producto de su triunfo sobre La Guaira y otros 900 mil por entrar en la fase de grupos del torneo. Nada mal para un equipo que desde hace rato apuesta por formar nuevos talentos como Echenique, Frankarlos Benítez, Miguel Vegas o Wilfred Correa; una camada de talentos emergentes que se ha ganado la titularidad y demostró el peso de una camiseta.

Aristeguieta tiene el gran mérito de haber sabido exprimir las virtudes de esta pandillita: la velocidad para cambiar el ritmo del juego de Vegas y Correa; la habilidad e inteligencia de Echenique para procurarse espacios y definir; y la seguridad de Benítez en el arco. Con muy poco el técnico sacó petróleo ultraliviano.

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Botín larense con estirpe catalán

Desde su irrupción en el Deportivo Lara, Telasco Segovia exhibía una serie de facultades que lo diferenciaban del resto de la manada de jugadores que deambulan del timbo al tambo en la mitad del campo, para corretear el balón sin arte ni oficio. Cuando la redonda pasa por los botines de Telasco el juego fluye con naturalidad. Es un mediocampista con un perfil catalán, que pareciera haber sido formado en la estricta escuela de la recepción orientada, el juego a un toque y la exacta ubicación del compañero en el tiempo y espacio para dar el pase justo, ni un milímetro más cerca ni más lejos.

Tal vez por todas esas virtudes para descifrar el juego con un botín más catalán que larense es que el venezolano ha encajado a la perfección en el Inter Miami de Lionel Messi y sus antiguos socios en el Barcelona. Su salto del Casa Pia portugués a la MLS significó más que cruzar el Atlético en procura de un contrato redituable. Telasco tiene la invalorable oportunidad de jugar al lado de Messi, uno de los mayores genios en la historia del fútbol, y esa sociedad, sin duda, enriquecerá el juego del venezolano y, en consecuencia, el aporte que podrá realizar a la selección Vinotinto.

En los próximos duelos ante Ecuador y Perú de la eliminatoria al Mundial buena parte de las opciones de Venezuela dependerán de la capacidad de Telasco para asociarse, tocar de primera, abrir espacio y pisar al área para definir con la clase que muestra en el Inter.

Bob Abreu debe mostrar en Mineros la misma paciencia que tenía en el home

Equipos con tradición, aficionados y una tierra fértil para sacar jugadores de altísima calidad técnica como los históricos Stalin Rivas, Noel Sanvicente, Daniel Noriega, Juan García o Luis “Pájaro” Vera nunca deben desaparecer del fútbol profesional venezolano. Pero una pésima gerencia para manejar los recursos, aunada a las dificultades económicas por las que ha atravesado el país, de la cual los equipos de fútbol nacional no han escapado, hizo que Mineros de Guayana perdiera en rumbo y estuviera cerca de conocer el triste destino de Minerven y de tantos otros equipos venezolanos que arriaron banderas y se apagaron.

Por eso, hay que celebrar que una nueva directiva, encabezada por el exgrandeliga Bob “Comedulce” Abreu esté dispuesta a sacar dinero de su bolsillo para revivir una de las instituciones más queridas del fútbol nacional. Guayana es una tierra bendita para este deporte; en cualquier cancha de esa región se puede conseguir un diamante que aguarda pulitura para brillar en Cachamay.

Pero Abreu y el resto de los inversionistas que lo acompañan en esta nueva aventura deportiva, deben saber que el fútbol venezolano es un quebradero de cabezas, donde no hay ganancias inmediatas como puede haber en el beisbol o en el baloncesto. El fútbol, más que un negocio rentable, es una pasión. Y los equipos que han sobrevivido en el tiempo, a los vaivenes de los resultados y las altas y bajas en la economía son aquellos que tienen en la oficina gente que ama este deporte, que lo disfruta y lo sufre con la misma intensidad. Así que además de dinero para invertir, Abreu tener la misma calma y sangre fría de la que hacía gala en el home play, porque el fútbol también poncha a los impacientes.

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