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El kinder del Colorado necesita más ayuda

Hubo una época en la que el Caracas hacía fiesta en cada partido contra el Deportivo La Guaira. No había manera de que el cuadro naranja pudiera contener la dinámica, el ritmo y la contundencia de los capitalinos. Pero los buenos tiempos del Rojo se han ido desvaneciendo. La institución más poderosa y ganadora en la historia del fútbol venezolano devino en un rompecabezas que se arma y desarma cada año, en procura de reducir costos y de seguir a flote con una plantilla de bajo presupuesto, repleta de chamos y futbolistas experimentados que buscan relanzar sus carreras cobijados por el prestigio que aún significa vestir el uniforme del cuadro capitalino.

El técnico Fernando Aristeguieta ha echado mano de su condición de máximo ídolo del Caracas para enfrentar la situación. La temporada pasada logró salvar al equipo del abismo del descenso y obtuvo los puntos necesarios para competir este año en la primera fase de la Copa Suramericana. Ahora tiene el gran reto de vencer al Deportivo La Guaira y clasificar a la fase del grupo del torneo, el gran objetivo que tiene el equipo esta temporada para aumentar sus menguados ingresos, mediante los premios que aporta los Conmebol a los clubes que consiguen triunfos y escalan peldaños.

Pero las armas con las que cuenta Aristeguieta son muy limitadas. La principal virtud del equipo del Colorado está en la defensa. Los arqueros Wilker Faríñez y Frankarlos Benítez han estado muy sólidos, respondiendo con eficacia cuando hay que tapar un disparo venenoso o solucionar los problemas en el uno contra uno.

La incorporación del experimentado central Luis Mago fue el mayor acierto de las contrataciones, porque añadió firmeza, jerarquía e inteligencia para ordenar a sus compañeros. Edgardo Rito y Jesús Yendis también aportan tranquilidad para tapar las bandas, cerrar espacios y evitar desbordes.

El gran problema del Caracas radica en las transiciones ofensivas, donde los elementos para desarrollar el ataque están en pleno proceso de construcción, pues sus mejores talentos son unos chamos que se abren camino y buscan consolidarse en el fútbol profesional. La gran baza ofensiva en las seis fechas del Apertura ha sido el prometedor mediocampista Miguel Vegas, que a sus 18 años ha asumido la responsabilidad de ser el jugador distinto, que cambia el ritmo con sus vertiginosas arrancadas y genera espacios. Sus mejores socios en ese trabajo son otros críos: Wilfred Correa (19 años), Luciano Reinoso (18 años) y Chris Martínez (18), quien debutó este año en primera división.

La falta de un delantero de estirpe, con el gol entre ceja y ceja, complica aún más el trabajo del kindergarten de Aristeguieta. Por ello, hace falta que ante La Guaira sean los jugadores con más recorrido como Michael Covea, el mexicano Leslie Heráldez y Jeriel De Santis los que levanten la mano, pidan la pelota y ayuden a los carajitos a recuperar el alma del club.

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