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Llegar a Río, llegar a Sao Paulo…

Hasta hace algún tiempo se veía como un sueño inalcanzable, como una quimera, que un jugador venezolano llegara al fútbol brasileño. A los futbolistas de aquel país, arropados por la fama mundial, se les veía con adoración, con una idolatría casi fanática, porque ellos eran, a decir popular, “los mejores del mundo”. Cuando un equipo o una selección de Brasil jugaba en Venezuela la gente iba a los estadios con veneración, con el deseo de aplaudir con frenesí y hasta enrojecer las manos a aquellos hombres venidos de otra galaxia.

La delicia de ver a Pelé, a Jairzinho, a Garrincha, a Zico, era un hecho para el deleite. Pero, ya vemos, las cosas cambian, la vida gira y en sus vueltas lentas pero incesantes ya aparecen en las alineaciones de varios equipos de aquel lado del río Amazonas muchachos salidos de las canteras venezolanas y que son, en varios casos, titulares indiscutidos en diversos equipos de sus campeonatos…

Brasil, con un fútbol de clara identidad, de prestigio y que es considerado parte de su ser nacional, se preciaba de mantener un casi absoluto criollismo en sus clubes. Algún argentino, paraguayo o colombiano aparecían en sus planteles como casos extraños que rompían la unanimidad de jugadores del país; había disputa por ser parte de la selección auriverde, porque cientos de candidatos se peleaban por un puesto en el equipo nacional. Hoy día este paisaje se ha modificado, y ya vemos, en los torneos de los estados, las copas y el torneo Brasilerao, además los de siempre, jugadores llegados desde la diáspora americana.

Mexicanos, hondureños, salvadoreños y, preferentemente panameños, echan un pie en aquella inmensa geografía. Los aficionados de vieja data denigran de esto, de lo que consideran una violación a su nacionalismo y su tradición, y atribuyen la caída cuesta abajo de la calidad de Brasil a esa internacionalización; sin embargo, los jóvenes, y en especial las marcas de apoyo y la poderosa televisión brasilera, aúpan que esto sea posible.

Mientras todo esto sucede, el fútbol venezolano se mete por las rendijas y aprovecha para que un grupo de entusiastas futbolistas se hagan fuertes y den sus aportes a la Vinotinto…

Por eso es posible, por ejemplo, un duelo Jefferson Savarino (Botafogo) vs. Yeferson Soteldo (Santos) en el Brasilerao. ¿Se imaginó este enfrentamiento la gente de mi generación? Este choque era inconcebible, pero ya ven, no solo está ahí sino que en algún tiempo podrá ser cotidiano. En los campos de Río de Janeiro, Sao Paulo, Fortaleza, Bahía, en todo Brasil, ya se iza con propiedad la bandera tricolor.

Nos vemos por ahí.

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