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Suramericano: éxito y decepción

El Campeonato Suramericano sub-20 que concluyó el domingo con la coronación de Brasil y su pase al Mundial de Chile en compañía de Argentina, Colombia, Paraguay, amén del país anfitrión del certamen, dejó para Venezuela un balance positivo en lo organizativo y de inocultable estancamiento en lo deportivo. Nuestro país volvió a ser una sede cinco estrellas para los torneos de la Conmebol.

Ofreció estadio en excelentes condiciones para la práctica del juego, como los refaccionados Metropolitano de Cabudare, Brígido Iriarte de El Paraíso y el José Antonio Anzoátegui de Puerto La Cruz; hospedaje en los mejores hoteles disponibles; transporte y seguridad para todas las delegaciones; y transmisiones impecables de cada uno de los enfrentamientos. En ese sentido, no hay nada que reprochar a la Federación Venezolana de Fútbol, que hizo un gran trabajo con Akram Al Matni, como uno de los responsables de toda la puesta en escena de la competencia.

Pero en lo que corresponde a la selección nacional, queda la frustración por haber quedado apeada del torneo en la primera fase, tras exhibir un fútbol sin mayores argumentos ofensivos que no fuera las transiciones rápidas del Tuti Andrade y la búsqueda permanente de los delanteros con pelotas largas. El equipo del argentino Ricardo Valiño, desde el inicio del torneo, en la derrota 1-2 ante Chile, mostró una absoluta confusión posicional y táctica, que obligó al técnico a modificar su esquema, retrasando al Tuti Andrade para ejercer de medio creativo y ubicar a Yiandro Raap como lateral derecho para tratar de solventar las dificultad para atacar y defender.

Lo preocupante, más allá de la eliminación en un grupo que parecía más accesible porque no incluía a Brasil ni Argentina, es que Venezuela sigue sin encontrar una forma de jugar, un estilo propio que la identifique en la cancha, como al resto de las selecciones de la región, y todo depende del gusto y de las ideas del técnico de turno. En las selecciones menores no hay conceptos definidos, nexos que unan el trabajo del entrenador nuevo con el que lo precedió. Basta comparar la selección sub-20 de Rafael Dudamel, subcampeona en Corea del Sur 2017, con esta generación de futbolistas que falló en su sueño mundialista.

La Vinotinto sub-20 de Dudamel era una selección que buscaba asociarse, con desborde permanente por las bandas, repleta de jugadores de buen pie y habilidosos, que con el tiempo aportó media docena de sus integrantes a la selección absoluta.

¿Cuántos de los jugadores del equipo de Valiño tienen opciones ciertas de dar el salto a la Vinotinto mayor y marcar diferencias? En esta generación, tampoco se asomó un delantero de categoría y raza, que pueda ser en el futuro una alternativa para ocupar el vacío que dejará Salomón Rondón. En el apartado de la necesaria renovación de figuras para el futuro próximo, esta sub-20 también salió reprobada.

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