Para los clubes venezolanos la Copa Libertadores de América y la Copa Suramericana son una suerte de Santo Grial, una vasija tan mítica como inalcanzable por más que se luche por poseerla. Cada año los jugadores de la Liga Futven salen como cruzados del fútbol en procura de la ilusoria conquista de ambos trofeos, pero tras las primeras intentonas de acercarse a ellos, las fuerzas se acaban y la ambición de trascender queda de nuevo derruida, apeada por la enorme brecha competitiva existente en Suramérica, donde los clubes brasileños han venido dominando con mano de hierro ambos torneos. Hace tiempo que los representantes criollos dejaron de competir con verdaderas posibilidades de éxito. De allí que avanzar de las rondas preliminares o de las fases de grupo terminan celebrándose como hazañas.
Ambos torneos, en realidad, se han convertido en salvavidas económicos para las siempre deficitarias arcas de las instituciones nacionales, por lo que el verdadero objetivo anual para todos los equipos que compiten en la Liga Futve, más que salir campeón, es obtener un cupo internacional. Dar un palo a la suculenta piñata de premios de la Conmebol y obtener algunos de su caramelos es la fiesta con la que sueñan todos los equipos nacionales. No es para menos, pues la confederación aporta jugosos premios que van desde 400 mil dólares, por clasificar a la fase preliminar, o hasta un millón de los verdes, por entrar en la ronda eliminatoria de grupos.
En ese contexto de ilusiones rotas de los clubes nacionales en los torneos internacionales de Suramérica, hay que celebrar el buen desempeño de Monagas en su primer duelo de la Copa Libertadores. No existían razones de peso para confiar en el equipo de Jhonny Ferreira, porque su comienzo en el torneo Apertura había sido muy flojito. Firmó un sufrido empate (1-1) ante La Guaira y luego fue aplanado (1-4) por la aceitada maquinaria del Deportivo Táchira. Pero el equipo de Ferreira ofreció una actuación sólida, marcada por la determinación y un gran compromiso para cumplir a rajatabla con el planteamiento táctico del entrenador, la cual resultó determinante en el triunfo 2-0 sobre los charrúas en el estadio de Maturín.
Ferreira planteó un partido atrevido, adelantando las líneas desde el comienzo y presionando muy arriba la salida del Defensor Sporting, obligándolo a jugar en largo, reduciendo al mínimo los espacios para transitar y negándole líneas de pases seguras. Solo sufrió en el primer tiempo con un bombazo de media distancia que el arquero Raúl Olivares despejó con una estirada de feria. Luego se asentó para controlar el juego y definirlo mediante las transiciones veloces de Fernando Basante, Andrés Romero y Tomás Rodríguez para que el panameño abriera el marcador, y con el zurdazo a lo Juan Arango del central Roger Manrique para sentenciara el triunfo que alimenta la esperanza de Monagas de, al menos, pasar de ronda.