La espera terminó, el sinsabor de otrora desapareció. Cardenales de Lara se alzó campeón de la temporada 2023-2024 de la LVBP, al vencer en el sexto juego de la Gran Final a Bravos de Margarita, y en el estado se decretó “Día de Júbilo”. Su fiel afición celebra en cada rincón esta conquista, la séptima en la historia crepuscular, la primera desde el bicampeonato de 2019 y 2020.
Lo supieron desde el comienzo. Desde que llegaron al Antonio Herrera Gutiérrez de Barquisimeto, conscientes de que habían hecho lo inimaginable, remontar como visitantes un 0-2 y salir de Margarita con la ventaja. Lo sabía todo el mundo y por eso abarrotaron el coso crepuscular. Poco importó que las dos primeras victorias fuesen esquivas, más de 19.000 fanáticos volvieron a casa para ver al equipo de sus amores reencontrarse con la gloria.
Comenzaron a llegar cuatro horas antes de la voz de playball y montaron una verdadera fiesta en las afueras del estadio, parecía que todos sabían lo que iba pasar, se respiraba complicidad. Y el tiempo les dio la razón, en el propio primer inning Cardenales dejó claro que no iba a retrasar su coronación.
Quizas fue “ley de probabilidad” o tal vez solo el destino, pero el abridor Jesús Vargas no pudo mostrar el dominio de su primera aparición, el lunes pasado, y en un inning y un tercio permitió siete carreras en medio de un ataque comandado por Rangel Ravelo, Hernán Pérez y Gorkys Hernández. Ya ahí todo estaba dicho, la algarabía en las tribunas estremecía a cualquiera, alimentaba a los de casa y desdibujaba a la visita.
Adrián Almeida tuvo una revancha personal, tenía muy presente que en su última aparición ese mismo equipo lo había limitado a solo dos tercios, la segunda aparición más corta de toda su temporada, y sabía que esta vez tenía que ser distinto. Durante cinco innings y un tercio toleró solo tres hits, otorgó tres boletos y ponchó a cinco, celebrando cada uno como si fuese el out 27, salió ovacionado y el resto es historia. El relevo cumplió y poco importó que los de casa no volvieran a pisar la registradora, ya lo habían hecho todo.
Arnaldo Hernández, su estelar cerrador, salió a colgar los últimos tres outs y las tribunas se iluminaron con centenares de flashes. Todos queriendo ser parte de la historia, de ese título que tanto han añorado y que finalmente se concretó con un ponche a Jason López. “Lo logramos”, dijo emocionado Gregorio Vallés por el sonido interno, mientras todos los jugadores saltaban al terreno para unirse en una sola celebración.