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Por ahí vienen ellos… – Líder en deportes

De súbito, hay que mirar atrás. La vida pasa, y con ella los hombres de todos los oficios, de todas La vocaciones. En el fútbol venezolano pasa lo mismo, y más allá del relumbrón y los cantos de optimismo desatados por la campaña de la Vinotinto, habría que hacer un inventario, así sea somero, saltando calendarios, de lo que le espera a Venezuela para el Mundial 2030. Se ve distante, dibujado en la lejanía, aunque no se sabe por qué ahora los días parecen pasar más aceleradamente que en otra época.

No estarán para entonces Salomón Rondón, Tomás Rincón, Rafael Romo, José Martínez, Rómulo Otero, ni tal vez Jefferson Savarino y Yeferson Soteldo. Vaya con el implacable tiempo, vaya con los años que se consumen así, como quien no quiere, como si nada estuviera pasando…

Es desgarrador pensar que si la Vinotinto no clasifica para el 2026, ellos tendrán que ver el Mundial del 2030 sentados en casa, frente al televisor, con la añoranza, a la misma vez dulce y amarga como compañera. Y entonces, parafraseando al decir popular, “no hay bien que por bien no venga”, la muchachada se abre paso y pide su lugar. Por ahí, regados por el mundo, van apareciendo aquellos que tendrán que asumir los riesgos, las grandes y pequeñas cosas buenas y rocosas de los que ya no estarán.

La vida llamará a Telasco Segovia (Casa Pia, Portugal, 21 años de edad), Juan Arango (Girona, España, 18), Kervin Aldrade, Fortaleza, Brasil, 19), Matías Lacava (22, Atlético Goianiense, Brasil), Nicola Profeta (18, Santos, Brasil) como estandartes de una generación que, aunque exitosa solo a medias, tuvo en sus camisetas el sentimiento de un país que creyó en ella. Nunca se sabe, y menos en el fútbol, cuáles serán las andanzas de cada jugador y el destino de cada quién, pero sobre ellos lloverán sueños de victorias e historias por escribir. Entretanto, atención: por ahí vienen ellos…

Días de campeones: La corona de Jefferson Savarino con el Botafogo en la Copa Libertadores, tan justamente elogiada por el fútbol nacional, opacó un poco el título alcanzado por Néstor Colmenares en el baloncesto suramericano con Nacional de Montevideo. Fueron dos conquistas de importancia, con Venezuela ofreciendo el frente y de nuevo dándole pie a la gente de básquet, que desde siempre han lamentado que ellos, que lo han ganado casi todo, no reciben la misma atención del fútbol, que según aprecian no ha ganado casi nada. Al final de todo, uno y otro son merecedores de palmas batidas, porque no hay deporte mejor que otro.

Nos vemos por ahí.

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