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¿A dónde vas, Savarino? – Líder en deportes

El origen italiano, el calor zuliano, el frío de invierno y sobrecogedor de Salt Lake City, los inicios brasileros en el Atlético Mineiro. Razones de vida que ya forma parte de los recuerdos amables de Jefferson Savarino. En noviembre llegó a la madurez futbolística de sus veintiocho años de edad, justo cuando con su sentido de la oportunidad, su zancada de siete leguas y su instinto de felino para el gol, alzó la copa de campeón del torneo Brasilerao con el Botafogo.

En realidad no era nada nuevo para él. Ya había sido triunfador con el equipo de Minas Gerais, ese Atlético que lleva en su camiseta el espíritu de Ronaldinho Gaucho y el antagonismo con el Cruzeiro, el cuadro más popular de Belo Horizonte. El venezolano parece ser uno de los esos jugadores que conllevan el sello del triunfador, y el “Fogo”, como llaman en el sopor hirviente de Río de Janeiro sus “torcedores” al ahora campeón, tras la espera de la vida entera para echarle en cara su conquista a los de Flamengo, Fluminense y Vasco da Gama, sus ancestrales rivales de “A Cidade Maravilhosa”…

Por algunos partidos, el poder futbolístico de Savarino no fue apreciado en toda su dimensión por la dirección de la Vinotinto. Era como visto de reojo, como el que no recibía la confianza suficiente para llegar a la titularidad. Pero como las cosas siempre vuelven al lugar que les corresponde, el atacante abrió trochas en la ruta hacia el sitio que tenía que ser suyo, y desde ahí, desde esa atalaya de fútbol, es ahora imprescindible. Jefferson tuvo un antecesor en el fútbol brasileño.

Echamos la vista un poco atrás y ahí vemos, con la camiseta del Sao Paulo, a Alexander “pequeño” Rondón, aquel atacante cumanés escurridizo y difícil de marcar que levantó el interés de los paulistas. No llegó a grandes logros pues, como jugador venezolano, no era considerado grandemente. Jugó algunos partidos, casi todos de copa y casi ninguno de campeonato, y así debió regresar envuelto en su hiriente decepción…

Ahora, y regresando al tiempo presente, habrá que voltear hacia la línea del horizonte y sacar cuentas: ¿hacía dónde irá Jefferson Savarino? Ya es sabido del interés de clubes de España e Italia por su juego, y aunque el equipo brasileño querrá retenerlo, el sentido humano de la búsqueda de nuevos senderos aparecerá ante la camiseta a franjas verticales negras y blancas para dejarlo ir. El nombre de Sevilla atruena en la playa de Botafogo, y posiblemente veamos al maracucho jugando a plenitud en Andalucía. Allá la alta temperatura suele pegar duro, pero qué es eso para alguien nacido y crecido en Maracaibo y hecho figura en Río de Janeiro, dos ciudades vivas en el imperio del calor. Nos vemos por ahí.

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