El Santos, equipo de raíces profundas en el fútbol brasilero y que acaba de obtener el ascenso a la primera división, parece que no se anda con chiquitas. En el puerto de Sao Paulo han festejado hasta el amanecer la conquista de su lugar en el torneo Brasilerao, y nunca se explicaron el porqué de la indigna caída a la segunda categoría. El club, que desde hace mucho tiempo ha vivido arropado con el orgullo de haber tenido como símbolo a Pelé, ahora trata de consolidar una armada de alto perfil con la llegada de Neymar y Gabriel Barbosa “Gabigol”. Afianzado en el apoyo de empresas en consorcio para la compra de su transferencia, fueron a Arabia a negociar al último ídolo de Brasil con la idea de verse y ser visto con el rostro de equipo invencible…
Y, de manera directa, el movimiento telúrico que promete el Santos va director al mentón del fútbol venezolano. En el equipo blanco estuvieron en la temporada de su redención Tomás Rincón y Rómulo Otero, y aunque con rendimiento desigual, unas jornadas con elogios, otras no tanto, fueron parte del logro. Pero la llegada de Neymar y Barbosa hará cambiar su estructura táctica, porque ¿cómo dejar fue de la alineación a dos colosos del juego, a dos hombres que a su manera han librado a su país del bochorno de su selección? Neymar, metido en una infortunada incursión en el fútbol árabe, golpeado y lesionado la mayor parte del tiempo, regresará a sus puntos de partida, el equipo en el que despuntó como el nuevo crack a sus diecisiete años de edad. Ahora ya tiene treinta y dos, y va al puerto con la ilusión de regresar al seleccionado del país…
Con Barbosa es otra la historia. A sus veintiocho años de edad, aún joven para el fútbol, ha escalado al lugar de los mejores goleadores, aunque su irregularidad, ese alejarse de sus mejores jornadas por falta de tino, no lo ha dejado triunfar en toda la línea. Atacante del Flamengo, quiere regresar al Santos, institución que, como Neymar, lo dirigió en sus primeros pasos en el campo. Entonces, Rincón y Otero. La llegada de Neymar y Barbosa hará que el equipo replantee sus objetivos, sus metas de largo alcance, y quizá los dos jugadores venezolanos no tendrán lugar, al menos en una alineación titular. Para su fortuna, los dos futbolistas podrán tener lugar en un mercado como el brasilero, cada día más propenso a la búsqueda de extranjeros, aunque a decir verdad, las cosas pueden ser más limpias para Otero, aún con pólvora en su cañón, pero no tanto para Rincón, quien a sus treinta y seis años no tendrá el camino muy despejado. Habrá que esperar a ver qué dice el Santos cuando tenga que decir.
Nos vemos por ahí.