Todo aquello que supone la intervención del hombre estará eternamente sujeto al debate. Es imposible complacer a todo el mundo, más aún en el deporte en el que tanto influyen la pasión y el fanatismo. En las Grandes Ligas hay evidencias a diestra y siniestra. La reciente elección, casi unánime, de Pat Murphy como el Mánager del Año en la Liga Nacional ha avivado el debate porque sus rivales parecían merecer más, en especial el venezolano Carlos Mendoza.
Sí, Murphy tuvo la difícil tarea de reemplazar a Craig Counsell, el piloto más exitoso en la historia de la franquicia. Pero en su camino hacia el centro de la Liga Nacional pareció no encontrar mayores obstáculos, para principios de mayo los lupulosos habían tomado el liderato divisional y no lo soltaron más.
Distinto es el caso del venezolano Carlos Mendoza, que recién llegaba a los Mets y además tuvo un comienzo de 1-5, que les auguraba una campaña para el olvido. Silenciar las críticas, recuperarse de ese arranque y lograr meter a los metropolitanos en postemporada es un logro que pocos podían anticipar. Y es que, incluso antes de que iniciara la temporada, se hablaba de un año de transición, de conocer, engranar y preparar para el año siguiente.
Y si, hay una diferencia importante en las nóminas. Pero, desde el comienzo del año, se esperaba más de los Cerveceros que de los Mets. Además el camino del venezolano fue complejo, tuvo que manejar varias crisis y hacer ajustes en lo inmediato para mantener la armonía de su equipo, tuvo que convencerlos de que podían pelear la clasificación y aspirar a más.
Si, los Mets avanzaron el último día del calendario, en una doble cartelera reprogramada, pero eso no es más que una evidencia de todo lo que tuvieron que superar a lo largo de la campaña para meterse en postemporada.
Su recorrido acaparó miradas y reflectores desde el vamos. Tuvo que reinventarse una y otra vez para no solo hacer creer, sino también para poner a soñar a sus peloteros y aficionados.
El mismo lo dijo, tras la eliminación en la Serie de Campeonato, “nadie daba nada por nosotros, tuvimos que superar muchos obstáculos, no fue fácil llegar (tan lejos)”.
Es meritorio arrasar, claro que sí, pero también merecen reconocimiento aquellos que se reponen a la adversidad y no dejan de intentar. Por eso Carlos merecía más.